Urticaria a frigore

La urticaria a frigore (urticaria por frío) es una urticaria crónica que se engloba dentro de las llamadas urticarias físicas, porque se desencadena como consecuencia de estímulos físicos: concretamente, el frío.

Hay quien se refiere a ella como «alergia al frío», aunque esa expresión no es correcta, pues el frío, al no tener entidad química o un sustrato material, no puede comportarse como un alérgeno. No se trata, por tanto, de una verdadera alergia, pero su manifestación en forma de urticaria y la aparente implicación en su génesis de elementos que también se activan en las reacciones alérgicas hacen que recuerde a un proceso de ese tipo.

El paciente presenta una clínica típica de urticaria, consistente en la aparición de habones (manchas rojas en la piel, sobreelevadas por encima del plano de la misma, con formas y tamaños variados, generalmente más claras en su centro y más coloridas en los bordes) acompañados de intenso picor. La característica de esta forma de urticaria es que se desencadena como consecuencia de la exposición al frío: puede ocurrir por contacto o inmersión en agua fría, o por contacto con objetos sólidos que estén fríos, o por tomas bebidas o alimentos fríos, o por una bajada importante de la temperatura ambiental, especialmente si se acompaña de viento, …  Aunque las manifestaciones cutáneas pueden aparecer directamente durante la exposición al frío, es todavía más frecuente que se inicien unos minutos después de haber cesado éste, durante el periodo de recalentamiento de la piel.

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El diagnóstico suele hacerse mediante la aplicación de un objeto frío en la piel del antebrazo. Generalmente se usa un cubito de hielo, pero tomando precauciones para no lesionar la piel: suele aplicarse cuando empieza a fundirse, y siempre envuelto (en tela o en plástico) para evitar el contacto directo con la piel. Se mantiene sobre la piel durante 5 minutos, y al cabo de unos 10 minutos tras su retirada, aparece el habón, que característicamente, suele tener una forma coincidente con la del cubito que se ha utilizado.

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Los pacientes que padecen esta dolencia deben tener especial precaución durante los meses invernales. Entre las medidas que deben intentar poner en práctica están las siguientes:

– En los meses de invierno, deben salir a la calle muy abrigados (utilizar prendas de abrigo como bufanda, guantes, gorro con orejeras, …).

– En los meses cálidos, deben evitar exponerse a aparatos de aire acondicionado que estén expulsando aire a bajas temperaturas, así como evitar la proximidad de ventiladores de aspas.

– Deben evitar la ingestión de bebidas o alimentos muy fríos.

– Deben evitar el agua fría en la ducha.

– Deben evitar la inmersión súbita en agua fría, en piscinas, lagos o en el mar. Se han descrito incluso casos de ahogamiento por inmersión súbita o prolongada, al producirse un cuadro de bajada de tensión y pérdida de conocimiento similar a una anafilaxia. Generalmente, cuando el agua está por encima de  25 grados de temperatura, no suele dar problemas, pero es recomendable no zambullirse hasta haber comprobado, metiendo primero un miembro durante 5 minutos y esperando después otros 10, que no se produce reacción.

– Y, por supuesto, como siempre que existe tratamiento farmacológico, si su médico se lo ha prescrito debe asegurarse de tomarlo con la pauta indicada.

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