Unas veces se gana, y otras se pierde (o… un anuncio desafortunado)

Incluso a quienes, en general, el fútbol no nos suscita pasiones vehementes, un campeonato como el Mundial nos puede resultar estimulante. Identificarnos con el equipo que representa al país propio, compartir  la expectación, emocionarnos con las ocasiones propicias, dejarnos llevar por la euforia si el resultado es favorable… es fácil cuando en el ambiente hay disposición para ello.

De forma equiparable, sentirnos decepcionados cuando el resultado es desfavorable es igualmente fácil. Es una lástima que España no pueda pasar a la siguiente fase. Habría sido divertido ser espectadores de un acúmulo de éxitos sucesivos que terminara, como en otras ocasiones, en una merecida victoria final. Pero, esta vez, no ha podido ser.

Una veces se gana, y otras se pierde. No siempre se puede ganar: eso es algo que ocurre no sólo con el deporte, sino con casi todo en la vida. Ser ganador o perdedor son situaciones coyunturales, referidas a empeños o intentos concretos, y no es una condición intrínseca de las personas o de los equipos.

Hay un anuncio reciente de una marca de pañuelos de papel que incide en el hecho evidente de que a nadie le gusta perder; pero, menos aún, que se le considere un perdedor.

Kleenex es una marca de pañuelos de papel tan conocida que ha llegado a ser identificada con el propio producto (fenómeno que en el ámbito jurídico se llama «vulgarización de la marca»). Pero, aunque la marca sea tan conocida que el consumidor pueda relacionar con la misma cualquier pañuelo de papel que encuentre en el mercado, no por ello dejará de hacer publicidad. Y el anuncio referido arriba, precisamente de esa marca, es un anuncio desafortunado; y también tramposo.

En él aparecen dibujados tres rostros humanos, idénticos salvo por el hecho de que cada uno de ellos presenta un gran círculo rojo en diferentes localizaciones, dependiendo de la cual se atribuye una cualidad al personaje.

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Cuando el círculo está en el cuello, el personaje se señala como amante (lover), dando a entender que alguien quiso besarle el cuello con tal pasión que le dejó una marca.

Cuando el círculo está sobre un ojo, el personaje se señala como luchador (fighter), dando a entender que ese sujeto ha estado implicado en una riña violenta de la cual no ha salido incólume (y, curiosamente, en el contexto, a esa circunstancia no parece que se le atribuyan connotaciones negativas).

Por contraste, se entiende que la situación a evitar es la tercera, cuando el círculo rojo aparece sobre la nariz, insinuando una gran congestión nasal: a ese personaje se le atribuye la condición de perdedor (loser).

 En nuestra opinión, es, decíamos, un anuncio desafortunado. Y lo es por varios motivos.

En primer lugar, por atribuir una connotación más negativa al personaje de la nariz congestionada que al pendenciero.

En segundo lugar, porque, como adelantábamos arriba, ser ganador o perdedor no es una condición intrínseca de las personas: ¡a veces se gana, y a veces se pierde!

En tercer lugar, porque el hecho de padecer una enfermedad, como las que producen una congestión nasal (las rinitis de causa alérgica, por ejemplo, tan frecuentes), no puede, jamás, condicionar una valoración despectiva, o peyorativa, de quien la padece; y este anuncio parece proponer precisamente eso.

Y, finalmente, es un anuncio tramposo. Y lo es, porque el pañuelo de papel no es un remedio que solucione la congestión nasal. Cuando hay rinorrea abundante (es decir, mucha secreción nasal, de consistencia líquida, como ocurre, de nuevo, en la rinitis alérgica, en la que se habla de rinorrea acuosa por su aspecto similar al del agua), el pañuelo puede ser necesario, pero, desde luego, no elimina la congestión nasal: no conseguirá evitar el color rojo (por el contrario, su uso continuado puede terminar irritando la nariz y empeorar el aspecto enrojecido).

Hay, desde luego, tratamientos, y algunos muy eficaces, para mejorar la congestión nasal, pero el simple uso del pañuelo no está entre ellos.