Algunas plantas liberan sus frutos, livianos y con la semilla en su interior, adheridos a una estructura especializada, que tiene múltiples prolongaciones, como pelos o filamentos (lo cual le da un aspecto similar a una pelusa), y que reciben el nombre de cipselas.
Las cipselas son características de algunas plantas como el diente de león (cuyo nombre científico es Taraxacum officinale) y, cuando están listas para cumplir su función, se liberan muy fácilmente: a veces, basta una ligera brisa, o el soplido de un niño, para que se desprenda un grupo de ellas, y se dispersen por el aire. Debido a su escaso peso, pueden ser transportadas por el viento a zonas distantes, sin destino concreto ni rumbo fijo, sin control: esa es la forma que tienen estas plantas de dispersar sus semillas, aleatoriamente, aumentando así las posibilidades de que algunas de ellas lleguen a tierra fértil y puedan germinar.
En las páginas web, blogs y textos sobre alergia es frecuente encontrar ilustraciones en las que aparecen cipselas desprendiéndose y alejándose, a veces como consecuencia del soplido de una persona, y otras veces de forma espontánea. No es raro que esas ilustraciones evoquen en la mente del lector (es, además, lo que muchas veces se pretende) el fenómeno de la polinización, mediante el cual la planta libera sus células reproductoras masculinas (el polen) de forma masiva para que alcancen a las células femeninas y puedan fecundarlas: algo que tantos problemas causa a muchas personas alérgicas.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que las cipselas (las «pelusas» de estas plantas, podríamos decir) no son polen. El polen es microscópico, y puede entrar por las fosas nasales para alcanzar las vías respiratorias. Las cipselas, sin embargo, por su tamaño y forma, no penetran en las vías respiratorias (no caben), no pasan desapecibidas y no entran en contacto con el organismo humano más que (si fuera el caso) mediante un ligerísimo toque en la piel: las cipselas no dan problemas a las personas alérgicas (incluso en el caso del propio Taraxacum, cuyo polen puede producir alergia, las «pelusas» no dan problemas).
Lo que ocurre es que las cipselas son, sin duda, la mejor metáfora de que disponemos para mostrar a una planta liberando partes de sí misma a la atmósfera, y por ello se usan con frecuencia como ilustración cuando se habla de alergia al polen. Recordad, no obstante, que no son más que eso: una metáfora; pero no son polen, ni su función es transportar polen.
Y, si alguna vez nosotros mismos utilizamos alguna imagen de cipselas en este blog, no las interpretéis, por favor, más que como una metáfora. Gracias.