Un año extremo

Dejamos atrás ya un mes de julio inusualmente caluroso, durante el que se han registrado temperaturas máximas, las más altas desde que hay registros, en diversas estaciones de medición repartidas por la geografía del país (en el aeropuerto de Granada, por ejemplo, se registraron 43,1º el pasado 7 de julio, el mismo día que en Zaragoza se registraban 44,5º).

La primavera de este año ya batió records: los niveles de polen de algunas especies han sido, también, muy altos. Concretamente, los del polen del olivo se han mantenido persistentemente elevados durante casi toda la primavera, y los datos registrados por la estación de medición dependiente del servicio de Alergología del Complejo Hospitalario de Jaén mostraron un récord de 19.840 granos de polen de olivo por metro cúbico de aire el día 13 de mayo (la máxima cifra anteriormente contabilizada en esta estación databa de mayo de 2013, cuando se registraron 18.660 granos por metro cúbico de aire).

Los niveles de polen alcanzados, y su diseminación, están muy relacionados con las condiciones meteorológicas, que este año han sido especialmente duras con las personas alérgicas a pólenes.

Y este verano están siendo también muy duras para todos, pero en el sentido mencionado al inicio de esta entrada: lo inusual del clima que hemos tenido durante julio no es sólo las cifras récord de temperatura, sino también la persistencia en el tiempo de cifras tan elevadas, la persistencia del calor durante muchos días seguidos.

Es previsible que durante el mes de agosto haya, también, temperaturas elevadas, pero esperemos que no un modo tan persistente.

A ver si nos da, por fin, un respiro.

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