Hoy, miércoles 23 de marzo, se celebra el Día Meteorológico Mundial, con el lema «Más cálido, más seco, más húmedo. Afrontemos el futuro«. Con motivo del mismo, el pasado lunes la Organización Meteorológica Mundial (OMM), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo pública su «Declaración sobre el estado del clima mundial en 2015».
Según esta organización, el clima del año pasado en el planeta fue inaudito porque estuvo marcado por «temperaturas máximas sin precedentes, olas de calor intensas, un total extraordinario de precipitaciones, sequías devastadoras y una actividad excepcional de los ciclones tropicales».
Es obvio, entonces, que las emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero están determinando un ritmo alarmante de cambio climático. En la actualidad, la temperatura de la Tierra es 1ºC más alta que a comienzos del siglo XX, y estamos a mitad de camino del umbral crítico de 2ºC. Por ello, es fundamental, en opinión de los expertos de la OMM, poner en marcha medidas de mitigación y de adaptación al cambio climático con inversiones en sistemas de alertas tempranas de desastres y servicios climáticos, como las herramientas de gestión de las sequías, las crecidas y los avisos de olas de calor y de riesgos para la salud.
El año más cálido desde que existen registros, con graves sequías en diversos puntos del planeta, contó, además, con muchos casos de precipitaciones extremas en los que los totales de 24 horas superaron la media mensual habitual.
Por otra parte, aunque en términos globales el número de tormentas tropicales, huracanes, ciclones y tifones del año pasado se acercó a la media, se registraron algunos fenómenos poco comunes, comportándose varios de ellos de un modo atípico en términos de potencia y devastación causada.
Y la cosa no queda ahí: en lo que llevamos de año, enero y febrero de 2016 han sido los más cálidos en el registro histórico.
Por todo lo anterior es fundamental, en opinión de los expertos de la OMM, poner en marcha medidas de mitigación y de adaptación al cambio climático con inversiones en sistemas de alertas tempranas de desastres y servicios climáticos, como las herramientas de gestión de las sequías, las crecidas y los avisos de olas de calor y de riesgos para la salud. Y, sobre todo, los dirigentes de los diversos países del mundo deberían firmar y aplicar el Acuerdo de París sobre el cambio climático para disminuir las emisiones nocivas antes de que se alcance un punto irreversible.
«Más cálido, más seco, más húmedo»: mezclar más seco y más húmedo en el mismo lema para referirse al clima de nuestro futuro podría parecer una contradicción, si no fuera porque su comportamiento errático en diversas zonas del planeta llega a hacerlo creíble… y la contradicción es que no reaccionemos para evitarlo.
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