En 2005, la Organización Mundial de la Alergia (WAO), de la que ya hemos hablado en el pasado, propuso celebrar el 8 de julio de cada año el Día Mundial de la Alergia. Durante esa jornada, la propia organización y las diversas asociaciones que formaban parte de la misma se volcaban en dar a conocer a la población aspectos referidos a la enfermedad alérgica, su prevención, su diagnóstico y tratamiento.
Con el paso del tiempo, los propios promotores se hicieron conscientes de que dedicar a ello sólo un día no permitía culminar iniciativas destinadas a concienciar a la opinión pública que precisaban un desarrollo más prolongado, de modo que, con el objeto de facilitar una participación más amplia en todo el mundo, la Junta Ejecutiva de la WAO aprobó, en 2011, la creación de la Semana Mundial de la Alergia (la cual se celebra, como vimos en su momento, en abril).
Aunque no se haya derogado de forma oficial, hay quien piensa que celebrar el Día Mundial de la Alergia en fecha diferente de la Semana Mundial de la Alergia es duplicar recursos innecesaria e injustificadamente, corriendo, además, el riesgo de saturar a la población y perder, de esa forma, atención o interés. Por ello, aunque algunos países (entre los hispanohablantes, en especial México) siguen volcándose en la celebración del Día Mundial de la Alergia en fecha 8 de julio, la mayoría de las instituciones públicas y privadas relacionadas con estas enfermedades se implican en la semana de abril sin poner el mismo énfasis en este día de julio.
Y es que, según dicen los expertos, no resulta tan eficaz reclamar la atención pública continuamente sobre un mismo tema.
Aún cuando el tema lo merezca.