El solsticio de verano es el momento en que el Sol alcanza su mayor altura aparente en el cielo con respecto al ecuador para quienes vivimos en el hemisferio norte. Coincide con el día más largo del año (cuya noche, por ende, es a su vez la noche más corta del año), y marca el momento en que, por convenio, comienza el verano en el hemisferio norte, y el invierno en el sur: eso ocurrió, como ya adelantamos en nuestra última entrada, el pasado sábado 21 de junio.
Aunque, en su origen pagano, la celebración de la noche de San Juan (en realidad, la noche previa a San Juan: es decir, esta noche) no era otra que la celebración del solsticio de verano (más propiamente suele hablarse de solsticio de junio, pues sólo en el hemisferio norte marca el comienzo de esa estación), como hemos visto, en la actualidad el mencionado solsticio no coincide con esta noche. Hace unos miles de años sí ocurría así, pero los movimientos de rotación del planeta (concretamente, la llamada precesión de los equinoccios, que es el cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra) han hecho que el solsticio se adelante. Sin embargo, una vez que, tras la llegada del cristianismo, las tradiciones paganas fueron asimiladas dentro del calendario cristiano, la tradición de encender hogueras en la noche más corta del año quedó unida a la celebración del nacimiento de San Juan Bautista.
La costumbre de encender hogueras en la noche del solsticio de junio buscaba transmitir fuerza al Sol, ya que a partir de esa fecha, y a medida que avanzaba el año, los días iban haciéndose cada vez más cortos.
La noche del 23 al 24 de junio seguimos encendiendo hogueras en muchas de nuestras poblaciones, y festejamos la fecha en la proximidad del fuego.
¿Pueden las personas asmáticas y alérgicas participar de esa celebración?
Sí, pueden. Pero es importante que recuerden que, al igual que el humo del tabaco, el humo de las hogueras se comporta como irritante inespecífico, capaz de exacerbar una rinitis y de desencadenar una crisis de asma. Lo deseable, entonces, es que, si una persona con alergia respiratoria va a situarse cerca de una hoguera encendida, además de tener su enfermedad bajo control (para lo que es importante seguir las recomendaciones de su médico), identifique previamente cuál es la dirección del humo (lo cual, por supuesto, dependerá de las corrientes de aire imperantes en cada momento) y se ubique en una zona donde el humo no llegue. Y, si cambia la dirección del viento, habrá que reaccionar rápido para esquivar el humo.
Conocer tu enfermedad, seguir el tratamiento adecuado y utilizar siempre el sentido común permitirá que no tengas que privarte de participar en las actividades de las que disfrutan tus amigos y/o tu pareja.