El turno del olivo

En los últimos días estamos constatando un descenso significativo de los niveles de polen de plátano de sombra, un árbol muy apreciado ornamentalmente y habitual en nuestras ciudades, que había alcanzado concentraciones altas en las semanas previas, y afortunadamente ahora está en retroceso.

En su lugar, empieza a notarse la presencia del polen de olivo, en claro aumento progresivo. A diferencia de otras zonas de la Península, en gran parte de Andalucía el polen de olivo es precisamente el que más frecuentemente produce alergia, y se trata de un árbol casi omnipresente en los paisajes de nuestras provincias, fundamentalmente en forma de grandes extensiones de cultivo, pero también en el interior, incluso, de pueblos y ciudades.

Durante la Semana Santa pasada se han constatado niveles de polen de olivo incluso superiores a 100 granos por metro cúbico de aire, en el inicio de una escalada que acaba de comenzar y que en años anteriores ha alcanzado varios miles de granos por metro cúbico (el máximo registro histórico de que tenemos constancia en la provincia de Málaga tuvo lugar en la comarca de Antequera a mediados de mayo de 1999, con 4688 granos/m3).

John Branch

La imagen que ilustra estos párrafos corresponde a un chiste de John Branch publicado en 2012, en el que se exagera el fenómeno de la polinización estacional, presentando un escenario equiparable al que podría condicionar una gran nevada nocturna: «¡Mirad!, ¡esta noche ha polinizado!», exclama un ilusionadísimo niño ante la extraordinaria visión que contempla desde su ventana, completamente ajeno al sufrimiento (físico, en forma de rinitis) que la circunstancia provoca en sus mayores.

Se trata, como hemos dicho, de una clara exageración: no es habitual que la concentración de polen sea tal que pueda formar grandes capas visibles, como ocurre en el dibujo. Aunque tampoco podemos decir que sea del todo imposible: en febrero de 1997 se presenció en Málaga una gran nube amarilla de polvo que llegó a depositarse sobre toda la superficie de la ciudad, dejando una capa amarillenta sobre aceras, tejados, terrazas, balcones y techos de los coches, y cuyo análisis microscópico demostró que se trataba de polen de pino (el tamaño de cuyos granos, por otra parte, es significativamente mayor que el de los granos del polen de olivo).

Pero eso es un fenómeno excepcional. No es fácil que volvamos a verlo. Ni tampoco es, claro está, deseable.

Y mucho menos tratándose de polen de olivo.

 

Las personas alérgicas tienen necesidades especiales… también cuando viajan

Leemos en la prensa que una aerolínea, concretamente Swiss International Air Lines Ltd. está haciendo esfuerzos por ofrecer a sus pasajeros con alergia o intolerancia (en principio, de cualquier tipo) una atención acorde con sus necesidades.

La mencionada compañía aérea ha contado con el Centro Europeo de la Fundación para la Investigación de la Alergia (ECARF: una institución privada pero sin ánimo de lucro, con sede en un hospital de Berlín) para que le asesore acerca de las necesidades especiales de estos pasajeros, y ha previsto una serie de servicios que comenzará a ofrecer de forma sistemática a partir del inicio del próximo mes de mayo, que le han permitido obtener la acreditación «Allergy-friendly» («Hipoalergénica»).

«Asthma & Allergy  Friendly» («Libre de Alergia y Asma», en una traducción no del todo literal) es una programa de acreditación, también privado, implantado en múltiples países, como Estados Unidos de América, Canadá y el Reino Unido,  que certifica el hecho de que determinados productos o servicios tienen en cuenta medidas que resultan beneficiosas para las personas alérgicas.

En concreto, el servicio individualizado que Swiss ofrecerá a las personas alérgicas incluye medidas en tierra y durante el vuelo, como ofrecer en el menú (a demanda del interesado, que tendrá opción de comunicar a la compañía su condición de alérgico o intolerante hasta 24 horas antes del inicio del vuelo) nuevas opciones de alimentos y bebidas (sin lactosa y/o sin gluten) y algunos cambios en el interior de la cabina: como proporcionar  almohadas rellenas con material sintético como alternativa al relleno de plumas, la eliminación en el interior de las cabinas de plantas decorativas que puedan acumular hongos o ambientadores que puedan resultar irritantes, y el uso en los baños a bordo de jabones que resulten para pieles sensibles.

Se trata de una iniciativa digna de reconocimiento. Poco a poco, la sociedad, a todos los niveles, va dando muestras de consideración a los requerimientos de las personas que, por circunstancias de enfermedad o condición, tienen necesidades especiales.

Y si, como cabe esperar, la iniciativa se traduce en una experiencia de vuelo más agradable y menos problemática para las personas alérgicas o intolerantes, es cuestión de tiempo que cunda el ejemplo.

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