El interesante estudio publicado hoy en la revista The New England Journal of Medicine con el título «Innate Immunity and Asthma Risk in Amish and Hutterite Farm Children» («Inmunidad innata y riesgo de asma en niños de granja Amish y Huteritas«) aporta nuevos datos que apoyan que la llamada hipótesis de la higiene probablemente no está muy desencaminada.
La hipótesis de la higiene, o, como muchos prefieren llamarla, la hipótesis de los «Viejos Amigos», que trata de explicar el aumento de enfermedades alérgicas y autoinmunes, sugiere que desde el inicio de la moderna era tecnológica y el crecimiento de los entornos urbanos a partir del siglo XIX ha habido un incremento de los problemas de inmunorregulación atribuibles a la falta, en el entorno urbano, de organismos con los cuales los mamíferos habríamos co-evolucionado, y que jugarían un papel importante en el desarrollo adecuado de nuestros sistemas inmunológicos en los primeros estadios de la vida. Dicho de otra forma, esta hipótesis defiende que la mayor frecuencia de enfermedades alérgicas y autoinmunes en la sociedad tecnológica está relacionada con que crecemos en contacto con muchos menos antígenos (en cantidad y, sobre todo, en variedad) que en épocas pasadas, antígenos que deberían jugar un papel importante en el adecuado desarrollo de nuestro sistema inmunológico.
El trabajo al que nos hemos referido arriba parte de la observación epidemiológica de que la prevalencia de asma en las comunidades amish y huterita, a pesar de sus formas de vida similares, es muy diferente.
Los amish y los huteritas son dos grupos etnorreligiosos protestantes anabaptistas de origen germánico que se asentaron en EE UU en los siglos XVIII y XIX, procedentes de Europa. Muy endogámicos, tanto unos como otros son conocidos por su estilo de vida sencilla, vestimenta modesta, y su resistencia general a adoptar comodidades modernas. En ambos casos, su principal actividad productiva es la agricultura.
Los estilos de vida de una y otra comunidad son tremendamente similares en muchos aspectos, pero sus prácticas agrícolas son my diferentes: los amish emplean técnicas y pautas de agricultura tradicional (que incluye la tracción animal, empleando animales como bueyes, caballos o burros), mientras que los huteritas emplean técnicas y prácticas de agricultura industrializada y mecanizada.
Y mientras que los niños huteritas tienen una prevalencia de asma similar a la población general, los niños amish tienen una prevalencia cuatro veces menor. También la prevalencia de sensibilización alérgica es 4 veces menor en los niños amish.
Ya sabíamos que crecer y vivir en el campo tiene efectos positivos respecto al riesgo de padecer asma frente a crecer y vivir en entornos urbanos. Pero el hecho de que los huteritas tuvieran una prevalencia de asma equiparable a la de la población general hizo pensar a los autores de este trabajo que la supuesta protección no debía depender exclusivamente de vivir en una granja (requisito que los niños huteritas cumplen), sino que tendría que haber algo más. Y se propusieron descubrirlo.
Seleccionaron 30 niños amish y 30 niños huteritas (en ambos casos, con edades comprendidas entre 7 y 14 años), para analizar su sistema inmune y su perfil genético. También recogieron muestras de polvo del suelo, colchones y aire de una decena de casas de cada comunidad.
Para empezar, encontraron que los amish tienen su sistema inmunitario innato, la primera línea de defensa ante agresiones externas, más activado: encontraron una mayor proporción de neutrófilos, y además se trataba de neutrófilos más recientemente emigrados desde la médula ósea. Por otra parte, los niños amish tenían menor proporción de eosinófilos y menores niveles séricos de IgE total y de IgE específica frente a alergenos comunes (circunstancias éstas que resultan compatibles con una menor tendencia a ser alérgicos).
En cuanto a las muestras de polvo del suelo y los colchones, no encontraron grandes diferencias en los tipos o cantidades de alérgenos comunes como ácaros o pelos de gatos y perros. Sin embargo, en las muestras que habían recogido de polvo en suspensión en el aire sí encontraron diferencias importantes. Tanto en el polvo de los hogares amish como en el de los hogares huteritas encontraron elevadas concentraciones de endotoxinas bacterianas, sustancias desprendidas de la pared celular de las bacterias y que pueden activar una respuesta inmune. Pero si en ambos casos las concentraciones de endotoxinas eran elevadas, en el caso de los hogares amish eran hasta 6 veces más altas.
Ésta fue la única diferencia significativa que encontraron, y concluyen que probablemente la alta concentración de endotoxinas en el aire habría actuado modulando la respuesta del sistema inmunitario de los niños durante su desarrollo.
Para comprobarlo, hicieron un experimento con ratones, administrando por vía intranasal extractos de polvo obtenido de hogares amish y de hogares huteritas a ratones durante el curso de 4 a 5 semanas. Posteriormente, encontraron parámetros en la sangre de los ratones tratados con polvo de los hogares amish sugestivos de una mayor protección frente a alergias, mientras que tales cambios no se presentaron en los ratones tratados con polvo de los hogares huteritas.
Este trabajo es relevante porque muestra la importancia de las bacterias a las que estamos expuestos durante la maduración de nuestro sistema inmunológico. La exposición microbiana mantenida y los estímulos microbianos repetidos (no necesariamente de gérmenes patógenos, es decir, no necesariamente de gérmenes productores de enfermedades) garantizarían una adecuada maduración del sistema inmunitario para asegurar la correcta inmunorregulación en el futuro.
Los gérmenes con los que convivimos (o con los que convivíamos, en muchos casos, pues crecer en entornos urbanos y tecnológicos parece implicar una carencia de los mismos, ya que la cercanía de la naturaleza tiene importancia en este sentido) serían, entonces, esos «Viejos Amigos» con los que nuestra especie habría co-evolucionado y que todavía hoy resultarían necesarios para un adecuado desarrollo del sistema inmunitario.
Fotogramas de la excelente película Único Testigo (1985), de Peter Weir, ambientada en una comunidad amish de Pensilvania.