Aunque ya hicimos una referencia somera, en la Alergopedia, a la diferencia entre asma extríseca y asma intríseca, queremos volver sobre estos conceptos para ampliar la información sobre los mismos.
El asma es una enfermedad respiratoria crónica que se caracteriza por obstrucción de las vías respiratorias bajas (bronquios), de causa inflamatoria y típicamente reversible (parcial o totalmente): por esa circunstancia, suele evolucionar de forma episódica, con brotes de empeoramiento que llamamos «crisis» (son «descompensaciones» del asma), los cuales se alternan con periodos de mejoría.
En la mayor parte de los casos de asma bronquial, se puede identificar un proceso alérgico en el origen de las crisis. Existe una reacción alérgica frente a un alérgeno que, por mecanismos inmunológicos (como cualquier reacción alérgica) condiciona la inflamación que da lugar a los síntomas de la enfermedad. Entre los alérgenos más relacionados con el asma extrínseca están los aeroalergenos o neumoalergenos como los ácaros del polvo doméstico, los pólenes, algunos hongos y epitelios de animales como perro, gato, caballo y roedores, que acceden directamente a las vías respiratorias bajas a través del aire respirado y desencadenan un proceso inflamatorio local (sólo en las personas alérgicas) en los bronquios. Estos procesos reciben el nombre de asma alérgica o asma extrínseca. En su abordaje y tratamiento, una medida fundamental es la de identificar el alérgeno o los alérgenos responsables (es decir, saber qué causa alergia a cada persona) y tomar las medidas adecuadas para evitar o, al menos, disminuir el contacto del enfermo con ese alérgeno (evitar o disminuir «la exposición al alérgeno» es la expresión técnica para referirnos a esa medida).
Sabemos, por otra parte, que hay casos de asma en los que no se identifica un claro proceso alérgico. Los síntomas suelen ser básicamente los mismos que en el caso de asma extrínseca (fundamentalmente tos, dificultad respiratoria o ahogos, ruidos al respirar que recuerdan a “pitidos” y que reciben el nombre de sibilancias, y sensación de opresión en el pecho), pero no parecen desencadenarse por contacto con ningún alérgeno concreto. Los desencadenantes identificables de las crisis, en estos casos, son predominantemente otros (que llamamos «inespecíficos»): la ansiedad, el estrés, el ejercicio físico, el aire frío o el aire seco, la hiperventilación (que se puede producir por respirar rápido o respirar profundamente, por ejemplo cuando uno toma aire tras una carcajada prolongada), el humo (como el del cigarrillo), los virus u otros agentes infecciosos, y otras sustancias que pueden producir inflamación de los bronquios. Hablamos de asma no alérgica o asma intrínseca cuando no parece existir un mecanismo alérgico involucrado en el desencadenamiento de las crisis de broncoespasmo. A diferencia de los casos de asma alérgica, en los casos de asma intrínseca no existe ningún alérgeno que podamos evitar como parte del tratamiento.
Puesto que el mecanismo que da lugar a los síntomas es común (una inflamación de los bronquios que condiciona broncoconstricción), el tratamiento farmacológico de ambos tipos de asma tiene, también, mucho en común. La diferencia radica en que en los casos de asma alérgica existen alternativas de tratamiento adicionales que buscan evitar el desencadenamiento o la progresión de los fenómenos inmunológicos.