Llamamos neurodermatitis a un trastorno de la piel, muy variable en su forma de presentación, producido como respuesta a acciones vigorosas de estímulo mecánico reiterado sobre la piel (rascado o frotación, generalmente) para aliviar un prurito (picor) intenso. Las causas de ese prurito intenso y continuo pueden ser muy variables. Puede estar causado por una dermatitis de contacto (alérgica o irritativa), por una dermatitis atópica, por una xerosis de la piel (sequedad extrema, que también puede condicionar picor), … a veces, ni siquiera se identifica causa alguna, por lo que algunos autores consideran que, en ocasiones, la causa subyacente a una neurodermatitis puede ser psíquica (es decir, que no esté presente ninguna enfermedad al margen de la necesidad imperiosa e incontrolable de rascarse continuamente). Ya sea por una causa u otra, el rascado reiterado constituye una agresión continua de la piel que termina produciendo en ésta una alteración morfológica. Y lo que también parece evidente es que, independientemente de la causa del prurito, este trastorno tiene importantes implicaciones emocionales: su presencia preocupa o incluso angustia a quien la padece (no es fácil vivir entre picores incontrolables), y se ha constatado también que empeora en los periodos en que el enfermo está más nervioso o alterado… es decir, un círculo vicioso.
Respecto a los cambios que se producen en la piel, ya describimos hace meses la alteración que recibe el nombre de liquenificación: en las fases iniciales del proceso de liquenificación, la superficie de la piel afectada aparece enrojecida y con una exageración de los pliegues normales de su superficie; a medida que el proceso continúa y el rascado se mantiene, la piel se va engrosando progresivamente, aumentando su consistencia, la superficie se va volviendo brillante y/o hiperpigmentada (más oscura), y es fácil que se aprecien en ella pápulas (pequeños puntitos sobreelevados) de superficie brillante, y pequeñas escamas que pueden desprenderse. También puede presentarse el trastorno en forma de eczema.
Cuando el trastorno está circunscrito a una localización determinada (por ejemplo, en la dermatitis alérgica de contacto, en la que los síntomas aparecen en la zona en la que la piel está en contacto con el alérgeno), es frecuente utilizar la expresión liquen simple crónico para denominarlo (aunque, como ya vimos cuando hablamos de la liquenificación de la piel, la expresión liquen simple crónico también se emplea cuando se desarrollan placas de liquenificación por un rascado crónico sin que exista ninguna patología de base conocida, mientras que se habla de liquenificación secundaria cuando el proceso se desarrolla como consecuencia del rascado crónico debido a alguna afectación previa que condiciona prurito persistente, como puede ser una dermatitis atópica).
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se manifiesta con lesiones que provocan mucho picor. Suele asociarse a una piel seca que se irrita con mucha facilidad (las lesiones características son de tipo eczematoso, por lo que eczema atópico es una expresión frecuentemente utilizada para referirse a la dermatitis atópica), y se produce en el contexto de una atopia, por lo que es frecuente que el paciente o alguno de sus familiares directos padezcan asma, rinitis o conjuntivitis alérgicas.
La dermatitis atópica es una enfermedad que puede complicarse, entonces (como consecuencia del rascado crónico), con una liquenificación de la piel, pero de ningún modo puede considerarse sinónimo de neurodermatitis.
Por ello, resulta desconcertante encontrar un titular que reza: «Los genes de la neurodermatitis influyen en otros tipos de alergia«. En primer lugar, porque la neurodermatitis no es un tipo de alergia. En segundo lugar, porque la neurodermatitis es un trastorno producido por una agresión crónica de la propia piel, y no se han encontrado genes concretos que predispongan a esa conducta. Sin embargo, una lectura detenida del artículo permite apreciar que se está empleando el término «neurodermatitis» como si fuera sinónimo de «dermatitis atópica».
La dermatitis atópica es una enfermedad que se produce en el contexto de una atopia, que es, a su vez, la predisposición genética a padecer enfermedades alérgicas. Puesto que se trata de una condición genéticamente determinada, respecto a ella sí se han identificado ya algunos genes con los que está relacionada: y a esos genes es a los que se refiere el artículo en cuestión. Pero ni todas las dermatitis atópicas evolucionan a una neurodermatitis, ni todas las neurodermatitis tienen su causa en una dermatitis atópica.
Y, desde luego, no son lo mismo.
«Ha creado usted una nueva enfermedad cutánea a partir de un rasguño»: la traducción literal (en realidad, se trata de una frase hecha que puede entenderse como «partiendo de cero») de lo que Ron Morgan presenta aquí como un chiste es, precisamente, la base de la neurodermatitis.