Más sobre cine, tabaco y modelos de conducta

La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC) es una sociedad científica que representa a cerca de 20.000 profesionales de Atención Primaria en España.

La semana pasada, esta sociedad ha solicitado al Parlamento español que legisle contra la promoción indirecta del tabaco en series y películas. De este modo, la SEMFYC se une a otros colectivos que consideran que medidas de ese tipo son esenciales para evitar el inicio del hábito tabáquico entre adolescentes.

Según diferentes estudios realizados en países europeos y americanos, el 37% de los menores se inicia en el consumo de tabaco por los estímulos que recibe a través de las escenas que aparecen en el cine y la televisión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva tiempo alertando sobre este problema, y recientemente recomendó una serie de medidas para reducir su impacto entre los menores, de las cuales hablamos aquí mismo hace unas semanas.

Obviamente, es necesario buscar un equilibrio para evitar que estas medidas representen una censura que limite la libertad de creación de guionistas y directores. No resulta deseable, ni razonable, que no pueda representarse libremente una conducta que durante décadas ha sido absolutamente habitual en nuestra sociedad. Películas como Smoking Room (2002), de J.D. Wallovits y Roger Gual, o una serie de televisión como Mad Men (creada por Matthew Weiner y emitida por AMC), ambientada en una época y una sociedad en que el tabaquismo tenía connotaciones poderosas, no podrían existir, o no serían igual, si se prohibiera la representación del hábito de fumar.

Pero no es de eso de lo que estamos hablando. Lo que la SEMFYC pide es que las películas y series certifiquen en sus títulos de crédito no haber recibido directa o indirectamente subvenciones de la industria tabaquera o de sus empresas vinculadas, así como evitar escenas en las que aparezcan marcas de tabaco específicas.

Porque lo que pretende impedirse son situaciones como las ocurridas en los años 80 del siglo pasado, cuando la empresa tabacalera Brown & Williamson (B & W) contrató los servicios de una compañía llamada Associated Film Promotions para asegurarse la presencia en pantalla de sus cigarrillos en películas comerciales, y que según el diario The Times habría buscado acuerdos con actores tan conocidos como Sylvester Stallone, Paul NewmanClint Eastwood o Sean Connery para promocionar sus productos. Se ha divulgado en internet la carta de aceptación en que Stallone supuestamente accedía a utilizar productos de Brown & Williamson en cinco de sus películas a cambio de una cuantiosa cantidad de dinero (pulsa aquí si quieres leerla), y el documento (éste) que probaría que la compañía publicitaria elegía incluso cuáles serían las películas en cuestión (entre ellas, además de algunas tan populares como Rambo y Rocky IV, figura El Padrino III, en la cual finalmente el actor no apareció). No podemos garantizar la autenticidad de tales documentos, pero en el contexto de la época a la que se atribuyen resultan creíbles.

Lo deseable, entonces, según la propuesta de la SEMFYC, es buscar un equilibrio para impedir que el ánimo de lucro permita fomentar modelos de conducta nocivos, evitar publicidad directa o indirecta de marcas concretas o intentar concienciar al público de que, por extendido y aceptado que estuviera ese comportamiento en determinadas épocas y ambientes, no por ello es menos nocivo  (incluso advirtiendo, si fuera necesario, sobre los riesgos de fumar con antelación a la proyección de películas o teleseries que contengan este tipo de escenas), sin que pueda resentirse por ello la libertad de los creadores para crear los escenarios y situaciones que consideren convenientes.

La fotografía es una de las escenas de la serie Mad Men, en la que podría decirse que el tabaco es un personaje más, hasta el punto de que aparece en casi todas sus imágenes promocionales (véase debajo):

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