«Investigadores de la Universidad de Granada han diseñado un método que permite estimar de forma cuantitativa el potencial alergénico de los espacios verdes urbanos.» Así se inicia una nota de prensa que hace referencia a esta noticia y de la que ayer se hicieron eco diversos medios de comunicación.
Un grupo de trabajo, encabezado por una profesora del departamento de Botánica de la Universidad de Granada, Paloma Cariñanos González, ha desarrollado un novedoso índice que permite estimar el riesgo de sufrir alergia polínica que tienen los visitantes de los espacios verdes urbanos o quienes residen en las proximidades de los mismos. Para ello, estudian las especies vegetales que componen el parque, jardín o bosque estudiado, y analizan el tipo de polinización (ya que, como hemos referido previamente en este blog, las que son polinizadas por el viento liberan al ambiente mucha más cantidad de polen que las que son polinizadas por los insectos), la duración del periodo de floración de cada especie (pues a mayor duración en tiempo del periodo de floración, mayor emisión polínica), si son o no plantas con flores hermafroditas o unisexuales (y si las mismas se disponen en individuos separados, en cuyo caso el polen tendrá que recorrer más distancia por el aire) y el grado de incidencia como alérgeno en la población para, combinando todos los resultados, valorar cada especie atribuyéndole un potencial alergogénico que va desde nulo a muy alto (a cada planta se le atribuye una nula, baja, moderada, alta o muy alta alergenicidad). En un segundo paso, los autores consideran el número de ejemplares de cada especie y la superficie que ocupan en el parque, para determinar de esa forma el Índice de Alergenicidad del parque o zona verde urbana en cuestión (que oscila entre un valor mínimo próximo a 0 y un máximo entre 0.5 y 1).
“Cuanta mayor superficie de zona verde esté ocupada por plantas con los máximos valores de alergenicidad, mayor valor de índice y, por tanto, mayor riesgo para las personas alérgicas que vivan en las inmediaciones o visiten los parques”, explica la autora principal del estudio, cuyos resultados se han publicado en las revistas Landscape and Urban Planning y Journal of Environmental Quality.
En su investigación, estos científicos de la Universidad de Granada han presentado como caso de estudio el Parque “García Lorca”, uno de los más visitados de la ciudad de Granada, que, por su composición, con un elevado número de especies de plantas polinizadas por insectos, presenta un valor de Índice de Alergenicidad de 0.14, y por lo tanto, se considera de bajo potencial alergénico.
Posteriormente han calculado los resultados de aplicar el índice a muchos espacios verdes significativos de la ciudad de Granada, llegando a la conclusión de que, en la capital granadina, las zonas verdes con mayor potencial alergénico son el Bosque de Gomérez y el Carmen de los Mártires; en el otro lado de la balanza se encuentran los Jardines de Fuentenueva, el Parque Almunia de Aynadamar y el Parque “Carlos Cano”, que sería, de acuerdo con el mencionado método de valoración, los de menor potencial alergénico de la ciudad.
Cariñanos ha subrayado que con este método se pueden identificar las zonas de una ciudad donde la calidad del aire se ve más afectada por la emisión de polen alergénico y complementar así la información sobre los niveles de polen en la atmósfera quecomplementar la información que sobre los niveles de polen en la atmósfera que ofrecen las distintas estaciones de medición o Monitorizaje Aerobiológico. “El Índice puede ser también útil a la hora de efectuar medidas de corrección en determinadas zonas, dirigidas a reducir la concentración de especies de elevado valor alergénico, ya sea realizando una sustitución progresiva de las mismas, modificando el diseño del espacio para facilitar la dispersión de las emisiones polínicas o manteniendo una adecuada diversidad taxonómica, morfológica y biológica”, concluye la investigadora.