Telemedicina y las enfermedades alérgicas

Los Supersónicos (cuyo título original es The Jetsons) es una serie de dibujos animados creada en 1962 por William Hanna y Joseph Barbera. Se trató del primer programa de la cadena estadounidense ABC que se emitía en color. Durante 75 episodios distribuidos en 3 temporadas, los guionistas de aquella década de los 60 del siglo pasado ofrecieron su visión de lo que podría ser la vida de una familia de clase media en un hipotético año 2062, es decir, a una distancia de 100 años en su futuro: robots ejerciendo como sirvientes domésticos, coches voladores, viajes interespaciales como alternativa de ocio, …

Hemos traído a colación esta serie de ciencia ficción creada en 1962 porque nos llama la atención especialmente una de sus propuestas, que hoy, ya, prácticamente es una realidad: los protagonistas tenían la posibilidad de realizar una consulta a su médico desde su propio domicilio, a través de una pantalla bidireccional en la que médico y pacientes podían interactuar directamente:

jetsons

Llamamos telemedicina (del griego «tele«, que significa «distancia», y medicina) a la prestación de servicios médicos (de cualquier tipo) a distancia. Lógicamente, se basa en las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación.

Sus posibilidades son múltiples: diagnóstico a distancia, consultas médicas interactivas (como las que imaginaron hace más de medio siglo los guionistas de Los Supersónicos), cirugía robótica teledirigida, intercambio de información entre profesionales, almacenamiento digital de datos médicos, monitorización o seguimiento remoto, cursos o congresos virtuales, …

En la actualidad, se está imponiendo el término eSalud para referirse a la utilización de las tecnologías de la información y las comunicaciones orientada a la consecución de cualquier objetivo relacionado con la promoción de la salud, prevención de enfermedades o prestación de servicios médicos. En este sentido, la telemedicina podría considerarse una parte de la eSalud, la cual abarcaría, por ejemplo, incluso la utilización de las redes sociales para divulgar aspectos sanitarios, … o este mismo blog.

Respecto a las posibilidades de diagnóstico y seguimiento de enfermedades a distancia, hay algunas especialidades médicas cuyas posibilidades resultan incluso más obvias que en otras, estando entre las primeras, por ejemplo, la radiología y la dermatología, en las que la transmisión de imágenes por medio de fotografías puede permitir la intervención de profesionales cuya ubicación esté a gran distancia de la del enfermo.

Cada vez son más las pruebas de que disponemos sobre la eficacia de la telemedicina en muy diversos ámbitos.

El pasado mes de septiembre, un trabajo de investigadores del Children’s Mercy Hospital de Kansas City (Estados Unidos) publicado en la revista «Annals of Allergy, Asthma and Immunology» que exploraba alternativas para los pacientes que no tienen la posibilidad de tener un alergólogo cerca confirmaba, según la expresión con que la prensa recogía sus conclusiones, que «el uso de la telemedicina puede ser igual de efectiva que la consulta física con el especialista para el seguimiento de los niños con asma que viven lejos o no pueden desplazarse a las consultas de atención especializada».

En el estudio, los autores identificaron qué pacientes atendidos en su centro debían realizar largos trayectos hasta llegar al hospital para una revisión periódica, y se les ofreció la posibilidad de mantener esa forma de seguimiento o cambiar a la telemedicina, que se realizaba en una clínica local más cerca de su domicilio. Las sesiones de telemedicina requerían la presencia de una enfermera o terapeuta respiratorio que supiera utilizar el equipo necesario para la exploración y para transmitir los datos, lo que permitía al alergólogo ver y escuchar al paciente en tiempo real, así como alejar o acercar una cámara con gran angular. También contaba con un estetoscopio digital para escuchar el corazón y los pulmones, y un otoscopio digital para examinar los oídos y la nariz.

Todos los pacientes en seguimiento, ya fuera de un modo u otro (desplazándose a la clínica o mediante telemedicina) mostraron una mejoría en el control del asma durante los 6 meses que duró el estudio. Un hallazgo positivo porque, a juicio de los investigadores, “demuestra que no es necesario que haya un experto en asma en todas las zonas rurales para que puedan recibir una atención eficaz”.

No podemos perder de vista, no obstante, que, en este caso, junto al enfermo había un profesional sanitario, que garantizaba la realización adecuada de la exploración y la transmisión de la información. No obstante, con el desarrollo creciente de dispositivos electrónicos capaces de medir y monitorizar constantes y signos biológicos de nuestro organismo, que permitan una exploración física teledirigida, es previsible que en breve tiempo se puedan conseguir resultados igual de buenos sin necesidad de que haya un profesional a la cabecera del enfermo.

Mucho antes del año 2062, probablemente.