Pero… ¿qué bicho te ha picado?

El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española recoge el término «bicho» como un vocablo utilizado para referirse de forma despectiva a cualquier animal.

«Pero… ¿qué bicho te ha picado?» es una frase hecha que se emplea para manifestar a otra persona perplejidad ante un comportamiento inusual que, por cualquier circunstancia,  nos parece impropio de él o de ella. En esta entrada, sin embargo, queremos traer esa frase a colación en su sentido literal: es decir, ¿como podemos saber si una picadura de himenóptero se debe a una abeja o a una avispa?

Si hemos podido ver al animal, y lo identificamos, la pregunta resulta superflua. Pero en algunas ocasiones, o bien no hemos podido verlo, o la víctima es un niño pequeño incapaz de describirlo. En tales casos, resulta útil saber que las abejas dejan su aguijón clavado en la piel.

El aguijón de la abeja, situado justo en la parte trasera del animal (¿has oído alguna vez la expresión «tener la gracia donde las abejas«?: se refiere, precisamente, a eso), tiene una estructura tal que, a semajanza de los anzuelos o arpones, cuando penetra en la piel queda enganchado y no sale espontáneamente. La abeja huirá después de haberlo clavado, pero la fuerza de su vuelo no es suficiente para arrancar el aguijón, y su cuerpo se verá desgarrado, dejando tras de sí una parte de su tubo digestivo, músculos y nervios. Como consecuencia de ello, la abeja morirá apenas unos minutos después de haber picado. En ésto se diferencian de las avispas, cuyo aguijón es retráctil y entra y sale fácilmente, por lo que pueden picar varias veces.

La bolsa que contiene el veneno de la abeja queda pegada al aguijón, y dispone de un mecanismo especial que permite que siga bombeando veneno en la herida hasta que este último es extraído. Por este motivo, ante una picadura de abeja, es importante retirar el aguijón lo antes posible. Lo ideal sería poder hacerlo sin comprimir la bolsa de veneno. Si tienes una uña larga, esa podría ser una herramienta adecuada, y la forma de hacerlo consiste en pasar la uña a través de la zona de la picadura, presionando para arrastrar el aguijón en la misma dirección del movimiento sin apretar el saco de veneno. Si no tienes una uña larga, un objeto que presenta una superficie plana y suficientemente rígida puede ser una tarjeta de crédito o el carnet de identidad (convenientemente plastificado), y el mecanismo es el mismo: deslizar la superficie sobre la zona de la picadura, arrastrando el aguijón en la dirección del movimiento.

En cualquier caso, hoy sabemos que, si se carece de un instrumento óptimo, es preferible utilizar directamente los dedos, puesto que lo importante es sacar cuanto antes el aguijón: incluso si inevitablemente presionamos de forma momentánea la bolsa, entrará menos veneno que el que podría entrar si no la retiramos con diligencia.

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