No todo lo que pita es asma; no todo lo que pica es alergia.

Ayer supimos que la Junta de Andalucía ha pedido que se evite el baño y la estancia en las playas almerienses de Villaricos y de Quitapellejos, en Cuevas del Almanzora, y en el arenal de Vera (también en Almería), debido a que se han constatado problemas de salud en algunos bañistas.

El problema se detectó en Cuevas del Almanzora el día antes, cuando la Delegación Territorial de Salud de la provincia de Almería puso en conocimiento de Alcalde de aquella localidad que varias personas habían precisado asistencia sanitaria por presentar «síntomas respiratorios y de alergia», y todas ellas tenían en común el hecho de haber estado en alguna playa de las referidas. La teoría de las autoridades sanitarias es que la causa de tales problemas podía estar relacionada con la presencia de microalgas (dinoflagelados) en esas aguas, presencia que posteriormente se hizo extensiva al llamado Playazo de Vera. El pasado 23 de junio, el Ayuntamiento de Cuevas de Almanzora dictó un Bando con instrucciones de evitar el baño en estas playas, e incluso, puesto que la posibilidad de padecer síntomas parecía afectar «no solo a personas que se bañan, sino también a las que respiren en las proximidades del rompeolas», de evitar la permanencia a menos de 50 metros desde el rompeolas.

Ayer miércoles incluso se restringió el tráfico rodado a algunas playas de Cabo de Gata para evitar la aparición de más afectados.

Ciertamente, la expresión «síntomas respiratorios y de alergia», que es como la prensa se está refiriendo al problema, no es una descripción muy precisa de lo que está ocurriendo. Aunque haya síntomas similares a los que aparecen cuando se desencadena una reacción alérgica, si hay una afectación masiva, como parece estar ocurriendo en este caso, con desarrollo de síntomas por parte de todos o de la mayoría de quienes han estado expuestos al supuesto agente causante, resulta más razonable pensar en un fenómeno de toxicidad que en un proceso alérgico.

Cuando el problema es alérgico, puesto que la presentación de alergia depende de una predisposición de la persona, sólo aparecería en algunas de las personas expuestas. Por el contrario, cuando el problema es tóxico, cabe esperar que todas aquellas personas que hayan tenido contacto (hayan ingerido, inhalado, tocado) con una dosis suficiente de la sustancia problemática, terminen desarrollando síntomas.

Los técnicos de la Administración sanitaria ya están haciendo pruebas, y de hecho han identificado microalgas de tipo dinoflageladas: concretamente, parece tratarse de la especie llamada Ostreopsis ovata.

De la Ostreopsis ovata sabemos que, efectivamente, produce una toxina (es decir, un veneno) que fue descubierto y descrito en 1981 por autores japoneses (Nakajima y sus colaboradores). Habrá que esperar a que los análisis concluyan, pero, si las primeras impresiones se confirman y resulta ser Ostreopsis ovata, el asunto puede ser muy preocupante, pues por lo general esta especie de algas es más propia del Océano Pacífico y el Mar Caribe, y raramente se ve en el Mediterráneo fuera del Mar Tirreno (el Mar Tirreno es la parte del Mediterráneo que se extiende al oeste de la península italiana entre las islas de Córcega, Cerdeña y Sicilia y las costas continentales de Toscana, Lacio, Campania y Calabria.

Y, desde luego, en tal caso no estaríamos hablando de una alergia.

Puerto_de_La_Esperanza

En la fotografía, el Puerto de La Esperanza, en Villaricos (Cuevas del Almanzora).