Aún cuando, como decíamos ayer, el conocimiento del potencial carcinogénico de las carnes procesadas no es nuevo, el impacto que ha tenido en la opinión pública el reciente comunicado de la Organización Mundial de la Salud condiciona que ese asunto siga siendo objeto de atención: todavía es el tema predominante de muchas conversaciones, ocupa espacio en los periódicos y noticieros e impera en las redes sociales en la forma de los chistes más diversos.
Entre estos últimos, es inevitable que surjan las comparaciones con el tabaco, tóxico que ya estaba previamente incluido en el mismo grupo (Grupo 1) de la clasificación de la Agencia Internacional de Investigación contra el Cáncer (IARC). Hemos escogido dos muestras, cuya autoría lamentablemente desconocemos, que hemos encontrado en Twitter, y que constatan hasta qué punto la mentalidad colectiva asocia inmediatamente la capacidad para producir cáncer con el tabaco:
La semana pasada se ha celebrado en Madrid el X Simposium Internacional sobre Prevención y Tratamiento del Tabaquismo, con el lema «Gana vida sin tabaco«. En el contexto del mismo se ha presentado el documento “Informe sobre el control del tabaquismo en los países ibero-latinoamericanos” que ha impulsado la European Respiratory Society (ERS) o Sociedad Europea de Respiratorio. Se trata de una iniciativa del Comité para el Control del Tabaquismo de la mencionada sociedad (ERS) que ha sido llevada a cabo por el grupo de trabajo ibero-latinoamericano recientemente creado y compuesto por profesionales expertos en tabaquismo de los diversos países de esa zona. El informe revisa la situación en varios de esos países, incluyendo Argentina, Brasil, España, Portugal y Uruguay, prestando atención a aspectos como la prevalencia del tabaquismo, la morbimortalidad asociada al tabaco, la legislación sobre su control, así como la publicidad, la política de precios o la asistencia que se ofrece a los fumadores que desean abandonar el hábito. Permite, de esa forma, constatar cuál es la situación referente a este hábito, a su regulación y a los recursos que se destinan a la lucha contra el mismo, en los mencionados países, a partir de cuyo conocimiento se pueden extraer conclusiones interesantes: por ejemplo, que la prevalencia de tabaquismo en la mayoría de los países estudiados está entre el 23 % y el 27 % de la población (con dos importantes desviaciones: por abajo Brasil con un porcentaje de fumadores de 14,7 % y por arriba Chile, que alcanza el 40 %); que el país pionero (de entre los estudiados) en la prevención y control del tabaquismo es Uruguay, y el que tiene mayores déficits en este ámbito es Portugal (donde, a diferencia del resto de países, la cifra de fumadores sigue creciendo); que el precio del tabaco en Argentina es uno de los más bajos del mundo; o que, en España, el Sistema Nacional de Salud no asume el coste farmacológico de la deshabituación tabáquica, a pesar de que el tabaco causa más de 60.000 muertes anuales.
Precisamente ese es el titular con que se abre la rueda de prensa que la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha divulgado para dar a conocer el mencionado informe, y que puedes leer íntegra pulsando sobre este enlace:
A pesar de que esa afirmación es cierta, hoy existen muchos incentivos para dejar de fumar, y cada vez menos para seguir haciéndolo. Podríamos decir que son malos tiempos para quienes desean seguir fumando.
Hubo un tiempo, hace décadas, en que el hábito tabáquico se asociaba a madurez y a independencia, y en que podía considerarse casi un símbolo de sofisticación. Hoy, por el contrario, el fumador aparece como desconsiderado, inconsciente o insensible respecto al daño que se hace a sí mismo y a otros (ya hemos hablado en este blog, por ejemplo, del modo en que el tabaquismo pasivo puede repercutir negativamente en la evolución de las personas asmáticas, o cómo condiciona en los niños la predisposición a padecer enfermedades respiratorias en el futuro).
Hace unas semanas, Alianza Aire (una entidad sin ánimo de lucro que aglutina a diversas asociaciones de pacientes con el objetivo de velar por los derechos de los niños más vulnerables ante las infecciones respiratorias y otros riesgos que puedan afectar a su desarrollo) inició una campaña bajo el nombre «Tu mejor regalo» para animar a padres y madres a dejar de fumar apelando, precisamente, al afecto hacia sus hijos: «El mejor regalo que puedes hacerles».
Ayer mismo, la prensa destacaba que las consejerías de sanidad de diez comunidades autónomas se han unido bajo la dirección del Comité Nacional de Prevención de Tabaquismo (CNPT) para pedir al Gobierno (que tiene competencias legislativas en esta materia) que instaure el empaquetado genérico de tabaco en «envase neutro», una medida ya adoptada por otros países y que implicaría que todos los paquetes de tabaco dejaran de llevar logotipos, gráficos o mensajes específicos de cada marca para dejar paso, únicamente, al nombre de la marca y los mensajes disuasorios que ya incluyen los paquetes actuales: una medida a la que las empresas tabaqueras se oponen, pues su objetivo es, lógicamente, disminuir el atractivo de los envases al homogenizarlos en la eliminación de sus reclamos. Diez comunidades autónomas, de un total de 17, apoyan la medida. Las restantes siete no se han pronunciado en este sentido, si bien, según palabras de Francisco Rodríguez Lozano, presidente de la Red Europea de Prevención del Tabaquismo (ENSP), ninguna de ellas se ha opuesto de forma expresa a la medida, por lo que puede asumirse que ninguna adoptará la postura excéntrica de aquel dentista ficticio, uno de cada diez encuestados, que se erigía en solitario frente a sus nueve compañeros en una posición que el anuncio de chicles sin azúcar conseguía que viéramos como incomprensible.
Y, desde luego, lo que parece cada día más obstinado es seguir fumando: una obstinación cada vez más solitaria, comparable, casi, a la del famoso dentista del anuncio.