Retomamos hoy el tema del tabaco para comentar una iniciativa que va a poner en práctica Francia para incentivar el abandono del hábito tabáquico por parte de las mujeres embarazadas fumadoras.
Se trata de un programa en el que van a participar diversos hospitales del país durante tres años, y que consistirá en incentivar económicamente a las gestantes fumadoras para que abandonen su tabaquismo, pagándoles hasta 300 euros si consiguen mantenerse abstinentes durante el transcurso del embarazo. Inicialmente comenzará a hacerse en los hospitales de París, en colaboración con el Instituto Nacional del Cáncer, y se prevé que se adhieran 17 hospitales del país.
Pueden apuntarse para participar en este programa las mujeres mayores de 18 años, que tengan una gestación de duración menor de 4 meses, y que fumen más de 5 cigarrillos diarios (o de 3, si se trata de tabaco de liar). Las mujeres que cumplan estos requisitos y deseen participar irán recibiendo, siempre que se mantengan abstinentes, vales de 20 euros -que podrán canjear en supermercados o tiendas de productos infantiles- a intervalos de tiempo preestablecidos, hasta alcanzar una suma de 300 euros. No solamente deberán abstenerse de cigarrillos, sino que también tendrán prohibido el uso de cigarrillos electrónicos o cualquier otro producto que contenga tabaco mientras dure su embarazo, y para confirmar la abstiencia serán sometidas a controles periódicos mediante análisis de sangre y orina.
Lógicamente, cualquiera de las participantes podrá retirarse de la participación en cualquier momento, pero implica que dejará de recibir la recompensa.
Sabemos que el tabaquismo de una madre gestante tiene consecuencias negativas sobre la salud del hijo: reduce la cantidad de oxígeno que recibe el feto, lo que se traduce en un mayor riesgo de aborto, de parto prematuro o de bajo peso al nacer; además, los hijos de madres fumadoras tienen mayor riesgo de asma, alergia y otras enfermedades respiratorias precisamente como consecuencia del hábito materno. Por ese motivo, las autoridades sanitarias de Francia, que dicen que el suyo es el país en el que más gestantes fuman durante el transcurso del embarazo, han decidido empeñarse a fondo para cambiar eso. No es ésta, realmente, la primera vez que se pone en marcha una iniciativa de este tipo, pues en un pequeño estudio realizado en Glasgow el año pasado, y publicado en la revista The British Medical Journal, con el mismo tiempo de incentivos económicos se logró que el 22% de las embarazadas abandonase el hábito tabáquico.
Se trata, pues, de una inversión que, con una muy alta probabilidad, conseguirá beneficios claros en términos de mejora de la salud de la generación venidera.
Como en la Parábola del Hijo Pródigo, las gestantes NO fumadoras podrían reivindicar, con toda razón, que en justicia ellas también deberían ser premiadas económicamente si se mantienen sin fumar durante todo el embarazo. Pero no es ésta una medida que pretenda ser justa con las madres, sino igualar las oportunidades para los hijos.