Los premios Nobel son unos galardones internacionales que se otorgan anualmente desde 1901, como última voluntad de Alfred Nobel (industrial sueco del siglo XIX que se hizo millonario por inventar, entre otras cosas, la dinamita), para destacar a personas que hayan llevado a cabo investigaciones o descubrimientos o que hayan contribuido de algún otro modo al progreso o la mejora de las condiciones de vida de la humanidad. Las categorías en las que se otorga el premio Nobel son Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura, Paz (éstas fueron las 5 categorías que quedaron instituidas en el testamento de Alfred Nobel), y, desde 1968, también en Economía.
El premio Nobel de Medicina de este año se dio a conocer precisamente ayer, y ha recaído, de forma compartida, sobre tres investigadores que han descubierto y desarrollado nuevos tratamientos contra enfermedades parasitarias que afectan a millones de personas en todo el mundo: el irlandés William Campbell y el japonés Satoshi Omura han desarrollado terapias contra enfermedades causadas por gusanos (como la filariasis y la oncocercosis), y las investigaciones de la china Youyou Tu permitieron la fabricación de la artemisina, un compuesto clave para tratar la malaria.
Estas enfermedades causadas por parásitos, propias de países pobres, han comprometido la salud (a veces, incluso la vida) de más de 3400 millones de personas.
Resulta que la IgE, la inmunoglobulina que está implicada en las reacciones alérgicas que llamamos «de hipersensibilidad inmediata», tiene una función importante en la respuesta inmune efectiva contra los parásitos. En condiciones normales, la IgE se produce como respuesta a la invasión por muchos gusanos parásitos, y puede también ser importante en la defensa inmunitaria contra ciertos protozoos parásitos como el Plasmodium falciparum, que es el causante de la malaria. La unión entre la molécula de IgE y los receptores presentes en los eosinófilos determinan la secreción de toxinas que pueden destruir parásitos. Por ello, muchos autores afirman que, cuando una persona es alérgica a alguna sustancia, el sistema inmunitario se comporta como si creyera, erróneamente, que el organismo está bajo una invasión por parásitos, y produce la IgE en un intento de protegerse de los mismos: de tal forma, se inicia una serie de acontecimientos que provocan los síntomas de la alergia.
En cualquier caso, resulta obvio que con mucha frecuencia esta respuesta inmunitaria no es suficiente para eliminar los parásitos por completo y curar la enfermedad, y ahí radica la extraordinaria importancia de los descubrimientos que nos ocupan.
Especialmente curiosa resulta la historia del descubrimiento de Youyou Tu.
Youyou Tu estudió farmacología en la Universidad de Pekín, pero también estudió medicina tradicional china, y fue nombrada investigadora de la China Academy of Traditional Chinese Medicine (Academia China de la Medicina Tradicional China). Además, su descubrimiento, la artemisina, está basado precisamente en un remedio usado por la medicina tradicional china. Sin embargo, el acierto de YouyouTu radicó en aproximarse a la medicina tradicional china aplicando el método científico: planteando hipótesis, llevando a cabo experimentos sobre los principios activos vegetales y confirmando los resultados mediante la observación y las pruebas realizadas. Tras estudiar con esa sistemática, en su búsqueda de un remedio contra la malaria, más de 2.000 preparaciones medicinales utilizadas en China, finalmente encontró una sustancia que demostró eficacia: la artemisina, un compuesto que deriva de extractos procedentes de la planta Artemisia annua (de ahí su nombre).
Muchos periodistas, conocedores de la adscripción de YouyouTu a la Academia China de la Medicina Tradicional China y la base de sus hallazgos, orientaron sus preguntas en la rueda de prensa celebrada ayer, tras la comunicación del premio Nobel de Medicina de 2015, hacia la posibilidad de que este premio respaldara la medicina tradicional china o, por extensión, las llamadas «terapias alternativas». Sin embargo, la realidad es que el Nobel de Medicina de 2015 no ha respaldado la medicina tradicional china ni prácticas de carácter pseudocientífico: por el contrario, este premio ha reconocido el trabajo de una investigadora que supo utilizar el método científico para comprobar que lo que se había usado durante miles de años podía tener una base empírica y una eficacia real que pudiera demostrarse mediante el mencionado método científico. La propia Youyou Tu lo había explicado en un artículo publicado en Nature Medicine, argumentando que «existen más extractos y compuestos que pueden ser hallados a partir del conocimiento tradicional, pero que deben superar las mismas pruebas [ensayos clínicos, en los que pueda realmente demostrar su eficacia] para ser incorporados en la práctica clínica».
Hay, incluso, derivados de la artemisina que están estudiándose por sus posibles efectos antialérgicos: el artesunato, concretamente, es un derivado de la artemisina que, según se ha constatado en experimentos con animales, podría actuar sobre la degranulación de los mastocitos, que es un fenómeno implicado en el mecanismo de las enfermedades alérgicas. En la actualidad no es más que una hipótesis de trabajo, un campo de investigación, pero no puede descartarse que, en el futuro… pudiéramos contar con un nuevo tratamiento para la alergia o el asma.
De los premios Nobel de este año podemos extraer muchas reflexiones, pero quisiéramos destacar tres de ellas:
En primer lugar, el Dr. Campbell ha sido, durante toda su vida profesional, investigador de una empresa farmacéutica (Merck): es obvio que la investigación procedente de la empresa privada puede hacer mucho por mejorar nuestra calidad de vida, y este premio así lo demuestra.
En segundo lugar, la mayoría de los trabajos de estos investigadores no se han publicado en revistas de muy alto factor de impacto (el factor de impacto es una medida de la repercusión que obtiene una revista en la comunidad científica, y se basa en el número de veces que se cita por término medio un artículo publicado en dicha revista), sino en revistas más modestas… y, sin embargo, han mejorado la salud y la calidad de vida de miles de millones de personas, lo cual les ha hecho acreedores de un premio Nobel. Tal vez la obsesión de muchos científicos por publicar en revistas de alto impacto no esté justificada, y en la actualidad pueden resultar válidas otras muchas formas de comunicar los resultados de las investigaciones.
Y, finalmente, se constata que la utilización del método científico puede servir para recuperar remedios eficaces procedentes de la medicina tradicional o de fuentes naturales. De hecho, muchos de nuestros actuales medicamentos tienen su base en elementos naturales, como la penicilina que Fleming descubrió a partir de su cultivo del hongo Penicillium.
La imagen muestra la medalla del premio Nobel, esculpida por Erik Lindberg (1873-1966) y cuyo diseño es propiedad de la Fundación Nobel.