«Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar el cielo;
que la noche, la manaña.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocio;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama).»
Esa es la letra del poema «La Paloma«, escrito por Rafael Alberti cuando vivía en Argentina, y publicado allí en 1941. Precisamente ese año, el músico argentino Carlos Guastavino le puso música, creando la canción titulada «Se equivocó la paloma«. Guastavino modificó ligeramente la letra del poema, repitiendo el estribillo «Se equivocaba» al final de cada estrofa. En 1969, Joan Manuel Serrat incluyó una versión de la canción en uno de sus discos, y desde entonces ha sido interpretada en múltiples ocasiones, incluso por cantantes muy conocidos, como Ana Belén o Mercedes Sosa, aunque probablemente la versión de Joan Manuel Serrat es la más popular.
Hemos pasado de un calor veraniego a un frío invernal casi sin darnos cuenta, en apenas un par de días. Este año, fuera del calendario, no ha habido otoño. En esas circunstancias, no es de extrañar que la paloma de Alberti (y la de Guastavino, y la de Serrat, y la de Sosa, y todas las palomas) ande desnortada, confundiendo el norte con el sur y el calor con la nevada.
No cabe duda de que el calentamiento global es real, está ocurriendo de un modo cada vez más acelerado y está causando cambios climáticos a corto y largo plazo. El acortamiento del otoño de un modo tan palmario como hemos vivido este año es una consecuencia evidente, pero hay otras más sutiles, menos perceptibles de forma inmediata, y algunas de ellas tienen que ver con las alergias.
Por ejemplo, la época de polinización primaveral se está adelantando (se ha calculado que se adelanta a razón de cinco días por década), y, además, los periodos de polinización (independientemente de la estación en que ocurran) se están alargando: parece, además, que el propio dióxido de carbono presente en la atmósfera aumenta directamente la producción de polenes en diferentes plantas alergénicas. La época de polinización resulta, por tanto, más agresiva para las personas alérgicas, pues la presencia de polen en el aire es más elevada y más prolongada.
Pero es que, además, los cambios climáticos están condicionando modificaciones en la biosfera; las relaciones competitivas entre especies (de animales o de plantas) de diferentes clases se ven alteradas, y múltiples especies están siendo desplazadas fuera de sus hábitats.En los últimos años estamos constatando que aumentan también las especies de plantas que pueden generar alergias a los pacientes predispuestos.
Estas son algunas de las conclusiones de un estudio realizado por el Centro Helmholtz de Múnich y la Universidad Técnica de la misma ciudad y presentado en Barcelona este año con motivo de la celebración allí del congreso anual de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI): hay una relación directa entre el cambio clímático y las alergias respiratorias.
El despiste de la paloma (como metáfora del cambio de comportamiento de algunos animales, e incluso, podríamos decir, de algunas plantas), lejos de ser una anécdota aislada, es un signo de que se están produciendo modificaciones relevantes que tienen un efecto directo (y más a corto plazo de lo que pudiéramos pensar) sobre nuestra salud.
Os dejamos con la canción referida, en la voz de Joan Manuel Serrat (pulsa sobre la imagen si quieres escucharla):