Este fin de semana hemos vuelto a tener lluvias en nuestra provincia. Cuando ya parecía que el invierno quedaba atrás, el clima ha vuelto a dejarnos constancia de su carácter caprichoso: cada vez más caprichoso.
¿De qué forma influye la lluvia sobre el polen en el ambiente?
Ya hemos referido en alguna entrada anterior que la pluviosidad de los meses previos a la primavera es uno de los factores que condicionan la cantidad de polen que habrá en el aire durante la misma: no es el único factor determinante, pero es importante. La explicación es sencilla: la lluvia que cae durante las semanas o meses anteriores a la primavera facilita la proliferación y el crecimiento de determinadas plantas, y ello, lógicamente, tiene una traducción directa en la cantidad de polen que cada especie liberará en su época de polinización. Como puede deducirse, esta circunstancia afecta a las hierbas, pero no tanto a los árboles: el crecimiento de los árboles es mucho más lento, y no se deja influir tanto por las circunstancias que afectan a una sola estación o un solo año. Eso implica que las personas alérgicas, por ejemplo, a gramíneas, notan más los efectos de la lluvia caída durante las semanas anteriores a la primavera que las personas alérgicas al polen del olivo o de otros árboles.
Sin embargo, también solemos decir que las lluvias en plena primavera producen el efecto de disminuir la frecuencia de presentación o la intensidad de los síntomas en las personas alérgicas. No es una incongruencia: cuando llueve, la lluvia arrastra el polen presente en la atmósfera, lo empuja hacia abajo, por un efecto puramente mecánico. El polen que llega al suelo por acción de la lluvia es arrastrado por el agua que fluye, o pasa a formar parte del barro, o se incrusta en el suelo, … y difícilmente ya dará problemas a nadie. Lo mismo ocurre con muchas de las partículas que componen la polución atmosférica (las cuales, como vimos en entradas anteriores de este blog, pueden tener un efecto de intensificación de la respuesta alérgica): el agua de la lluvia las empuja hacia abajo, hasta el suelo.
Los poetas suelen decir que la lluvia limpia el ambiente, lo purifica. Para las personas con alergia respiratoria, en plena época de polinización, eso es algo más que una metáfora.