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Los niños obesos con asma pueden abusar innecesariamente de su tratamiento

Puesto que no suelen estar exentas de molestias o de riesgos, antes de poner en marcha cualquier actuación médica es necesario sopesar muy cuidadosamente los posibles inconvenientes frente a las ventajas esperadas. Eso incluye, por supuesto, la toma de fármacos: prácticamente cualquier medicamento, hasta una simple aspirina, puede tener efectos secundarios indeseables. Por eso, suele decirse que, en medicina, lo que no está indicado (es decir, todo aquéllo que es diferente de la actuación que la situación clínica del paciente requiere) está contraindicado (o sea: no debe hacerse).

Por eso, resultan relevantes los hallazgos de un trabajo desarrollado por investigadores de Orlando (Florida) recientemente dados a conocer por la revista Journal of Allergy and Clinical Immunology (JACI), según los cuales los niños obesos con asma pueden abusar innecesariamente de la medicación de rescate que tienen prescrita.

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  La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI, y su prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante en los últimos años. El sobrepeso y la obesidad se definen, según la Organización Mundial de la Salud, como «una acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud», y se consideran distintos grados de un mismo fenómeno (la diferencia entre uno y otra es cuantitativa, no cualitativa). Las personas que padecen obesidad pueden tener un déficit de su función pulmonar, con una capacidad pulmonar reducida. La denominación técnica es «déficit ventilatorio» o «insuficiencia ventilatoria», y su causa es que las paredes del tórax, por el acúmulo de grasa, no pueden expandirse adecuadamente para permitir el llenado total de los pulmones en el acto de la inspiración (se trata de una «restricción» de la capacidad de distenderse que tiene el tórax). Como consecuencia de ello, en la inspiración entra menos aire del que sería deseable. Y la persona obesa puede percibir esa circunstancia como una sensación de ahogo o de falta de aire, especialmente cuando aumentan sus requerimientos de oxígeno, es decir, cuando hace esfuerzo físico.

Los investigadores de Orlando, después de revisar las circunstancias que afectaban a más de 50 niños, llegaron a la conclusión de que muchos de los niños obesos con asma interpretaban esa sensación de falta de aire como si estuvieran experimentando una descompensación de su asma, y recurrían al tratamiento inhalado que se les había prescrito para las crisis. En realidad, el mecanismo por el que se produce la crisis de asma no tiene nada que ver con el que hemos descrito en el trastorno ventilatorio restrictivo de las personas obesas.  En el caso del asma, se produce una inflamación de los bronquios (los conductos que llevan el aire hasta los pulmones y lo distribuyen allí) que condiciona un estrechamiento de los mismos (una broncoconstricción): eso se manifiesta con síntomas como tos, dificultad respiratoria (ahogos), ruidos al respirar (“pitos” o sibilancias) y sensación de opresión en el pecho.

Los pacientes con asma bronquial pueden tener prescrito un tratamiento dirigido a luchar contra la inflamación de base, y/o un tratamiento dirigido a dilatar los bronquios (broncodilatadores). Este último (que es el que se suele prescribir como tratamiento «de rescate», para ser utilizado ocasionalmente en los casos en que el enfermo crea necesitarlo) es el que, en el trabajo descrito, los niños obesos utilizan innecesaria e infructuosamente: lo utilizan porque confunden su sensación de falta de aire (debida a su obesidad y, por tanto, estabilizada, aunque se ponga de manifiesto especialmente cuando aumentan sus requerimientos de oxígeno, es decir, cuando hacen esfuerzo físico) con una descompensación de su asma; y su uso resulta infructuoso porque, en estos casos, los bronquios no están especialmente contraídos o estrechados: el problema es otro, una imposibilidad de las paredes del tórax para distenderse adecuadamente, algo sobre lo que los broncodilatadores no tienen efecto alguno.

Lamentablemente, esos broncodilatadores no están exentos de efectos secundarios, por lo que su uso innecesario es indeseable.

Un motivo más, entonces, para luchar contra la obesidad infantil. Y también, por supuesto, para potenciar la educación de las personas asmáticas, tengan la edad que tengan.

¿Puedo hacer algo para evitar las picaduras de los mosquitos?

Si te interesó nuestra entrada de ayer sobre la alergia a los mosquitos, probablemente te gustará profundizar en la información sobre las posibilidades de evitar sus picaduras.

Con carácter general, existen una serie de medidas a adoptar para dificultar el crecimiento de la población de mosquitos en la zona. El ciclo vital del mosquito incluye una fase de larva que debe vivir en el agua. Suelen elegir recipientes pequeños, al aire libre, donde el agua está estancada y no se renueva durante días. Las hembras ponen sus huevos en las paredes de tales recipientes, y cuando el agua sube (por ejemplo, por la lluvia) salen las larvas. Latas abandonadas, maceteros vacíos, jarrones para flores en exteriores, … ese tipo de recipientes son ideales para ellos. Resultan especialmente peligrosos, por este motivo, los neumáticos usados cuando se encuentran almacenados de forma descuidada en patios u otros terrenos, pues se comportan como recipientes para el agua de lluvia, que, puesto que se trata de una estructura impermeable, puede permanecer en su interior por tiempo indefinido. Se ha constatado, por ejemplo, que las formas de almacenamiento, transporte y reciclaje de estos neumáticos está muy relacionada con la extensión del mosquito tigre, del cual hablábamos ayer.

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Es, por ello, importante vigilar para evitar que existan en las cercanías de las viviendas recipientes, como los descritos, donde el agua pueda permanecer sin ser vaciada o recambiada como mínimo cada semana.

Respecto a los mosquitos adultos, para evitar las picaduras es recomendable, siempre que sea posible, evitar los lugares húmedos y calurosos, donde preferentemente proliferan. Una medida útil es instalar telas mosquiteras de rejilla en las ventanas. Algunas de ellas se comercializan impregnadas de insecticidas como la permetrina, que tiene un efecto residual sobre la tela y de ese modo aumenta su eficacia, al impedir que el mosquito pueda picar a través de los orificios de la malla o encontrar por dónde penetrar a través de ella.

Respecto a la ropa, cuanto más cubierto llevemos el cuerpo menos posibilidades tendremos de sufrir una picadura. Como vimos ayer, el mosquito tigre puede picar a través de algunos tipos de tejido, pero generalmente se trata de ropa fina que está en contacto directo con el cuerpo: no es previsible que atraviesen otro tipo de tejidos.

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También los insecticidas y repelentes de mosquitos resultan útiles. En interiores, los insecticidas en spray pueden ser útiles, pero tienen el inconveniente de que su efecto dura poco, de forma que, si la habitación va a mantenerse abierta al exterior, no evitan que entren insectos después de su uso. Por ello, para dormir con la ventana abierta en meses calurosos es preferible utilizar dispensadores que, conectados a un enchufe de electricidad, se comportan como difusores o vaporizadores, permitiendo que el insecticida se vaya liberando de forma continua durante la noche. La forma recomendada de utilizarlos es enchufarlo una media hora antes de dormir, y mantenerlo enchufado durante el sueño con las ventanas abiertas. No se aconseja mantenerlo enchufado durante el sueño, por el contrario, si se va a dormir con las ventanas cerradas.

Las lociones repelentes, aunque no hacen daño al insecto, disimulan nuestro olor y evitan que nos identifiquen como víctimas.  Los productos más frecuentemente utilizados suelen incluir N,N-dietil-meta-toluamida (abreviado DEET), sustancia que ha demostrado eficacia al ser aplicada en las zonas de piel expuesta o en las prendas de vestir.

Generalmente, los productos que contienen DEET están pensados para un uso esporádico y no continuado, pues esta sustancia puede resultar irritante para la piel; en algunas personas, se han visto reacciones importantes, especialmente en niños pequeños (por ello, por precaución se aconseja evitar su uso en niños menores de dos años de edad) o con pieles sensibles, como dermatitis atópica. Por su carácter irritante, no se debe aplicar sobre la piel si hay en ella alguna herida, y hay que adoptar precauciones para que no entre en contacto con mucosas, como los labios o los ojos (si entrara en contacto con los ojos, hay que lavarlos con agua abundante lo antes posible). Debe mantenerse alejado, también, de los alimentos y del agua de bebida. Por otra parte, en algunas personas que han estado expuestas de modo muy prolongado a DEET se ha constatado un aumento de casos de insomnio, pero, como decíamos antes, no es un producto concebido para ser utilizado de forma continuada, ni muy a menudo. Otra circunstancia que hay que tener en cuenta es que puede deteriorar los objetos de plástico si entra en contacto directo con ellos, pues se comporta como disolvente, dejándoles marcas.

Existen, también, algunos productos naturales cuyos olores han demostrado cierto efecto repelente para los mosquitos, como eucalipto, aceite de citronella, linalol o geraniol: en ellos suelen basarse los remedios caseros clásicos para espantar a los mosquitos (por ejemplo, el geraniol es un aceite que se encuentra presente en el limón), pero las personas alérgicas no deben confiar toda su protección a estos remedios, pues no siempre resultan satisfactoriamente útiles.

En cualquier caso, si tus reacciones frente a las picaduras de mosquito son especialmente intensas, como señalábamos ayer, debes consultar con un alergólogo, pues podrías necesitar medidas adicionales.

El Servicio de Control de Mosquitos del Baix de Llobregat ha elaborado una página web, dedicada concretamente al mosquito tigre, que ofrece información en profundidad sobre este insecto y algunas de las medidas preventivas para evitarlo: se llama «Al mosquito tigre, ni agua«, y os aconsejamos visitarla.