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Tecnologías de la información y comunicación y protección de datos de carácter personal (a propósito de AllerGuarder)

No cabe duda de que las tecnologías de la información y comunicación (TIC), todavía con frecuencia llamadas «nuevas tecnologías» (aunque es obvio que ya no son tan nuevas, pues quienes hoy son menores de edad ya no recuerdan un mundo sin internet), contribuyen de un modo extraordinario a mejorar los conocimientos científicos y la asistencia y calidad de vida de los enfermos, abriendo posibilidades que hace un par de décadas eran absolutamente impensables.

No obstante, es también importante tener en cuenta que, en el nuevo escenario que estas tecnologías permiten, no siempre resulta fácil mantener el necesario respeto a uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos: puesto que estamos hablando de tecnologías de la información y comunicación, puede deducirse que nos referimos al derecho a la intimidad.

Ya en alguna ocasión anterior hemos llamado la atención sobre la necesidad de conciliar las aportaciones de las aplicaciones informáticas con la confidencialidad que requiere la custodia y procesamiento de información sanitaria.

Hoy queremos referirnos a una pulsera muy peculiar de cuya existencia acabamos de tener conocimiento: se trata de AllerGuarder, una pulsera inteligente diseñada para proteger a los niños con alergias alimentarias. Su forma de actuar consiste en que puede configurarse de forma personalizada para que emita información, mediante Bluetooth, sobre la alergia alimentaria del niño que la porta, a todos los adultos que estén a su alrededor y que tengan la aplicación instalada en sus teléfonos móviles. De ese modo, los adultos que estén a su alrededor (en un radio de 15 metros) tendrían conocimiento de la alergia o alergias que el niño padece, y podrían actuar en consecuencia (evitando proporcionarle el alimento o impidiendo que lo consuma).

Los padres o cuidadores pueden optar por utilizar cualquiera de estas dos modalidades: una de ellas, con mensajes dirigidos exclusivamente a personas de confianza, como familiares, amigos y maestros; y otra con mensajes dirigido a cualquier desconocido que se encuentre en un radio de 15 metros, quienes, sin obtener los datos del niño, sabrán (si tienen instalada la aplicación en su teléfono móvil) que cerca suyo hay un niño con determinadas alergias.

La intención, obviamente, es muy buena. El sistema, sin embargo, en nuestra opinión, adolece de defectos importantes. Puede resultar útil como recordatorio a familiares o cuidadores, aunque, probablemente, estas personas ya serán conocedoras del problema y estarán pendientes; pero resulta complicado deducir de qué forma puede resultar útil proporcionar información a una persona desconocida sobre la existencia en la cercanía de un niño alérgico a algún alimento, sin ni siquiera identificar al niño. ¿Cómo podría esa persona contribuir a mantener la seguridad de ese niño? ¿Impidiendo que todos los niños en 15 metros a la redonda coman el alimento en cuestión? Parece poco probable.

En cualquier caso, esperamos que ningún padre o cuidador se confíe y relaje la vigilancia por el hecho de que el niño lleve la pulsera, pues en tal caso sí que podría resultar de aplicación el proverbio que recuerda que «de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno».

Pulsa sobre la imagen si quieres conocer más detalles:

allerguarder

 

Las reacciones cutáneas por la procesionaria no suelen ser de tipo alérgico, sino tóxico

Las orugas procesionarias, a las que ya nos hemos referido previamente en este blog, están cubiertas de pelos urticantes que se desprenden y flotan en el aire, pudiendo llegar de esta forma a contactar con la piel o las mucosas (la conjuntiva ocular, los labios) de personas o animales. El adjetivo urticante hace referencia a su capacidad de producir urticaria: en efecto, los pelos de estas orugas contienen una toxina, denominada Thaumatopina, que tiene un efecto poderosamente irritante debido a su capacidad histaminoliberadora; es decir, hace que en el organismo de la víctima se libere histamina, que es precisamente una de las moléculas que se liberan en las reacciones alérgicas, facilitando la aparición de inflamación.

Debido a las elevadas temperaturas y a la ausencia de lluvias durante este invierno, la aparición de la procesionaria puede adelantarse e incluso estar presentes con mayor abundancia que en otros años. Por ese motivo, la prensa está presentando ya referencias a las mismas, y con frecuencia hablan de las «reacciones alérgicas» que pueden causar.

Sin embargo, el efecto mencionado puede aparecer en cualquier persona expuesta, sin necesidad de que exista una sensibilidad especial, pues se trata de un efecto tóxico que no está mediado por mecanismo inmunológico (aún cuando el resultado sea muy similar al de una alergia, ya que la Thaumatopina produce su efecto tóxico precisamente provocando la liberación de histamina, que es precisamente uno de los mediadores de la inflamación que se liberan en las reacciones alérgicas). Es cierto que algunas personas pueden padecer una auténtica alergia frente a alguno de los componentes de los pelos descritos, originándose entonces una reacción más intensa que puede revestir gran intensidad, incluso derivar en una anafilaxia, pero son casos excepcionales, frente a la reacción general de carácter tóxico que puede aparecer en cualquier persona expuesta.

Es importante, por ello, tener presente que las reacciones adversas producidas por la oruga procesionaria de los pinos no está condicionada por la existencia de una especial predisposición, como ocurre en las alergias, sino que depende de un mecanismo tóxico, no inmunitario, y por ello cualquier persona (o animal: cuidado también con las mascotas) debe evitar el contacto directo con estos gusanos.

Recordemos que no todo lo que pita es asma, ni todo lo que pica es alergia.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/3e/Thaumetopea.pityocampa.01.jpg

Fotografía de Jürgen Appel.