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Anafilaxia: Guía de Actuación para Pacientes

La anafilaxia es una reacción alérgica grave, de instauración brusca, y que puede poner en peligro la vida. Tanto para evitarla, como para saber de qué forma actuar en caso de que se presente, es fundamental la educación del paciente y de su entorno.

Su tratamiento requiere una serie de medidas que implican valoración y una actuación lo más precoz posible por personal médico, pero existe una medida que el propio enfermo puede poner en práctica en cuanto detecta la aparición del cuadro: la administración de adrenalina.

Conscientes de que una actuación rápida y segura por parte del propio paciente o las personas que estén con él resulta de extraordinario valor para evitar o dificultar la progresión del cuadro y disminuir, por tanto, sus consecuencias, diversas sociedades científicas han condensado una serie de recomendaciones destinadas a la población general en un documento ameno, redactado con lenguaje comprensible y con amplio apoyo iconográfico. En su redacción han intervenido la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP), la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP).

El documento en cuestión se llama «Guía de Actuación en Anafilaxia para Pacientes«, y aborda el concepto de anafilaxia, cómo puede reconocerse si se presenta, y cuáles son las pautas adecuadas de actuación en tales casos, incluyendo el método adecuado para administrarse adrenalina utilizando dispositivos para auto-inyección.

Si quieres descargarte la Guía, pulsa sobre la imagen:

anafilaxia para pacientes

La alergia como metáfora

Puesto que la alergia implica una reacción exagerada o desproporcionada frente a estímulos externos, con frecuencia se ha utilizado como metáfora para referirnos al rechazo o animadversión que pueden producirnos ciertos temas. Expresiones como «me produce alergia», «me da urticaria» o «hace que me salga un sarpullido» son frases hechas que se han instalado en el acervo popular. Tanto es así, que el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española incorpora como segunda acepción del vocablo alergia la siguiente: «Sensibilidad extremada y contraria respecto a ciertos temas, personas o cosas».

En tales circunstancias, ya no tiene sentido hablar de metáfora, pues quien utilice la palabra alergia en tal contexto no hace sino emplearla con uno de sus verdaderos significados. A pesar de ello, y aunque sea como licencia, os pido que me permitáis seguir interpretando el empleo del vocablo alergia, cuando no se refiere a la enfermedad mediada por el sistema inmunológico, como una metáfora: es un capricho, quizás, pero no me cabe duda de que es una interpretación compartida. Los humoristas, por ejemplo, cuando utilizan el recurso, reproducen alguno de los síntomas de la enfermedad alérgica, frecuentemente con manifestaciones cutáneas. Sirva como ejemplo este chiste de Forges, publicado en El País al inicio de la primavera de 2013, cuando la opinión pública atribuía a las directrices de la Unión Europea la responsabilidad última de los recortes económicos:

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Ese es, también, el planteamiento en que se basa la campaña «Soy alérgico«, puesta en marcha hace un par de meses, para concienciar a la población de que las alergias respiratorias no son, ni mucho menos, las más difíciles de tratar (pulsa sobre la imagen para ver el vídeo):

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