Los profesionales de los servicios de urgencias en los hospitales han constatado que existen circunstancias no médicas que pueden condicionar la afluencia de los pacientes a los mismos. Importantes eventos deportivos o sociales (como una boda real, por ejemplo) cuya retransmisión por televisión causa gran expectación determinan que acudan menos pacientes durante su transcurso, pudiendo en contrapartida acumularse muchas solicitudes de asistencia una vez finalizados: no es descabellado pensar que el motivo de consulta que impulsa a ir a urgencias ya existía mientras se retransmitía el evento, pero una cuestión de prioridades ha podido influir en la decisión de algunas personas de demorar la salida de casa. Tratándose de un servicio de urgencias hospitalario en el que muchos de los problemas de salud que se atienden pueden ser graves, el fenómeno no deja de ser paradójico.
Por el contrario, cada vez hay más evidencia de que pueden ocurrir epidemias de descompensaciones asmáticas graves coincidiendo con las tormentas primaverales, o inmediatamente después de las mismas.
El número de marzo de la revista científica Clinical & Experimental Allergy ha incluido un artículo, encabezado por G. D’Amato, en el que se analiza precisamente ese hecho: Se llama «Thunderstorm-related asthma: what happens and why» («Asma relacionada con la tormenta: Lo que ocurre y por qué«), y los autores analizan las causas de esas crisis asmáticas. La principal hipótesis para explicarlo afirma que las tormentas eléctricas pueden acumular cerca del suelo (es decir, a la altura de nuestras vías respiratorias) un gran número de las partículas de polen que se encuentran en la atmósfera, y que éstas, al romperse por choque osmótico, liberarían muchas partículas alergénicas de tamaño respirable. Por eso, durante los primeros 20 a 30 minutos de una tormenta eléctrica, las personas que padecen alergia al polen pueden inhalar una cantidad elevada de material alergénico, que les condicionaría reacciones asmáticas, a menudo graves. Incluso se ha constatado que personas sin asma, pero que padecen rinitis por sensibilización a polen, también pueden sufrir un ataque de asma en estas circunstancias.
Por ello, los autores concluyen que las personas alérgicas a pólenes deberían ser conscientes de este riesgo y evitar estar al aire libre durante una tormenta que acontezca en plena temporada de polinización de la planta que les causa problemas.