El sayo era una prenda de vestir, hoy prácticamente en desuso, que, holgada y sin botones, cubría el cuerpo hasta la rodilla. El refrán «Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo» hace referencia a una fecha que no es real, para aludir a un periodo de tiempo en que la primavera está bien avanzada, y ya se acerca el verano.
En las primeras semanas de la primavera, el clima suele ser más titubeante, el frío no termina de marcharse del todo y resulta complicado calcular, antes de salir de casa por la mañana temprano, el tipo de ropa que uno necesitará durante todo el día.
Más avanzada la primavera, sin embargo, es cuando el calor se estabiliza y el clima se parece más al veraniego. Es entonces cuando, de acuerdo con nuestro refranero, podríamos quitarnos, de forma confiada, la ropa de abrigo.
En un sentido figurado, podríamos decir que ayer fue cuarenta de mayo (mayo tiene 31 días; sumando los nueve días de junio transcurridos hasta ayer, se alcanza esa fecha ficticia en que ya podríamos desprendernos del sayo).
Francisco Rodríguez Marín, en su obra «Los refranes del almanaque. Recogidos, explicados y concordados con los de varios países románicos» (Sevilla, 1896), menciona dos variantes del refrán que nos ocupa, cada una de las cuales incluye un añadido final diferente («…y si vuelve a llover, vuélvetelo a poner«; o «…y si junio es ruin, hasta su fin«), con los que la sabiduría popular se reserva el derecho a no quedar desacreditada si el tiempo se muestra inconstante y decide dar sorpresas a pesar de las fechas; como, por otra parte, estamos constatando estos días en algunas zonas de Andalucía.
Los recuentos de polen, sin embargo, no están dando sorpresas. Los niveles de polen de olivo y de gramíneas dejaron ya atrás su periodo de máxima concentración, y están descendiendo, aunque todavía se constatan niveles moderados, así como también se detectan niveles moderados de polen de árboles del género Quercus (alcornoques, encinas, robles). Los pólenes pertenecientes a otras plantas herbáceas, como urticáceas (parietaria), chenopodios o llantenes también han comenzado a descender por acción de las altas temperaturas, las cuales provocan que dichas plantas se sequen, terminando la floración y condicionando, por lo tanto, una disminución de la concentración de polen en el aire.
Junto al sayo, entonces, muchas de las personas que en las semanas previas han estado usando mascarillas con filtro antipolen cuando salían a la calle, previsiblemente también podrán, pronto, prescindir de ellas.