La urticaria como metáfora.

Ayer, II Día Mundial de la Urticaria Crónica, la Asociación de Afectados de Urticaria Crónica (AAUC) presentó ante la prensa, entre sus diversas reivindicaciones, una que hace referencia al lenguaje. Han analizado las referencias al término “urticaria” en internet de los últimos 18 meses y han comprobado que muchas veces está unida a cuestiones políticas o económicas, y con connotaciones negativas. «En campaña electoral es habitual que los diferentes líderes políticos se refieran a las acciones de sus rivales ideológicos asegurando que les ‘provocan urticaria’, y no nos gusta que se banalice de esta manera»: así habló Meritxell Cortada, presidenta de la mencionada asociación.

Cuando hablamos del uso metafórico del término alergia (véase nuestra entrada «La alergia como metáfora«), comprobamos que la Real Academia Española había aceptado ya, en su Diccionario de la Lengua, una acepción que recoge connotaciones negativas o de rechazo: la alergia entendida como «sensibilidad extremada y contraria respecto a ciertos temas, personas o cosas».

En el caso de la urticaria, sin embargo, la Real Academia Española sólo recoge, en su Diccionario de la Lengua, una acepción: urticaria es una «enfermedad eruptiva de la piel, cuyo síntoma más notable es una comezón parecida a la que producen las picaduras de la ortiga». A diferencia del caso de la alergia, no existe, por tanto, otra acepción para el término «urticaria» que la referida al ámbito médico.

Sin embargo, su empleo en otros contextos, con un claro significado de rechazo o peyorativo, es muy frecuente, como destacó ayer la AAUC.

«Posibles efectos secundarios de esta reunión: Ronchas, dolor de cabeza, náuseas», señala el cartel que dibuja Benita Epstein en esta viñeta, que constituye un ejemplo de lo que estamos diciendo:

hives-page19-1002-thumb

Y las personas afectadas por urticaria crónica, que quieren concienciar a la población sobre las características de su enfermedad y el sufrimiento que conlleva, piden sensibilidad hacia la misma. Y que no trivialicemos su padecimiento.

No es mucho pedir.