Tener un reptil como mascota no es tan habitual como tener un mamífero o un ave… pero tampoco puede decirse que sea una tendencia en declive. El número de hogares europeos y norteamericanos en los que hay un reptil como mascota se ha duplicado (como mínimo) en la última década. Algunas veces, la compra de un reptil se ve incentivada precisamente por el intento de evitar mamíferos potencialmente alergénicos, como perros o gatos. Pero se ha comprobado que la tenencia de reptiles podría favorecer la sensibilización frente a algunos insectos.
Camaleones, tortugas o iguanas, entre otros, son algunos de los reptiles más populares como mascotas… aunque también hay otros menos habituales o más exóticos, como algunos lagartos… o incluso caimanes o serpientes. Obviamente, no cabe esperar de ellos el cariño o la fidelidad que podría brindar un perro (ya que no son especies idóneas para ser domesticadas)… pero no suele ser eso lo que sus dueños esperan de ellos.
Alimentar a algunos de estos animales requiere proporcionarles insectos (grillos, escarabajos, saltamontes, …) o fragmentos de ellos, que incluso pueden adquirirse en las tiendas de animales expresamente preparados para este menester.
Concretamente, los saltamontes son fuente de alérgenos que pueden ser transportados por el aire y se comportan como fuertes sensibilizantes en el ser humano. La utilización frecuente de estos productos para alimentar a la mascota puede representar una exposición continuada o reiterada que condicione que algún miembro de la familia se sensibilice y se haga alérgico a los saltamontes u otros insectos. Antes, este tipo de alergia a insectos que no suelen encontrarse en el ambiente doméstico de las ciudades solía verse de forma prácticamente exclusiva como alergia ocupacional en personas que trabajaban con insectos (por ejemplo, cuidadores de reptiles en zoológicos). Ahora, sin embargo, se están detectando en personas (y más frecuentemente en los más pequeños de la familia) que tienen un reptil dentro de casa, como mascota. En familias que, a veces, han optado por el reptil precisamente pensando que producen menos alergias.
Algunos lo llamarían salir de la sartén para caer al fuego.