La Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE) alerta sobre el peligro que pueden representar las alergias respiratorias cuando quien las padece es el conductor de un vehículo. Los estornudos frecuentes, la distracción que puede suponer la necesidad de sonarse continuamente, el picor ocular o lagrimeo que puede aparecer como síntoma de una conjuntivitis alérgica asociada, los posibles efectos secundarios de algunos medicamentos, … todos estos factores pueden representar un riesgo para la seguridad en la conducción.
«En un segundo (y un simple estornudo puede conllevar más tiempo), un conductor que circula a 100 kilómetros por hora no percibe lo que ocurre en la carretera durante 28 metros», nos dicen, «y una serie de estornudos de 2 o 3 segundos de duración puede llegar a dejarle sin visión de la carretera durante casi 100 metros». Si, además, tomamos en consideración que el conductor puede distraerse brevemente antes de que acontezca el estornudo, y que no recupera su atención plena de forma inmediata una vez finalizado el mismo, podemos entender la seriedad de este simple factor, que aumenta de modo importante cuando se asocia con otros de los que previamente hemos mencionado.
En su comunicado, la CNAE llega a afirmar que entre el 2 y el 5% de los accidentes anuales con heridos guardan relación con las alergias respiratorias, siendo mortales el 2% de ellos: una cifra impresionante.
Otro de los factores relevantes a tener en cuenta es el efecto que determinados medicamentos pueden producir sobre la capacidad de reacción del conductor, muy especialmente los antihistamínicos, que constituyen uno de los grupos de fármacos más utilizados para aliviar los síntomas de la alergia, y algunos de ellos pueden producir somnolencia.
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