Hoy, 27 de noviembre de 2014, la Asociación de Familiares y Pacientes de Dermatitis Atópica (ADEA) celebra el día nacional de esta enfermedad; como suele ser habitual cuando se fija una fecha determinada para reivindicar atención sobre una enfermedad concreta, su objetivo es fomentar la información y profundizar en la concienciación social sobre las circunstancias que afectan a quienes padecen esta enfermedad y a sus familiares o cuidadores, y en la necesidad de cuidados continuos. Este año, el lema es «El control de tu vida comienza en la piel», para destacar que sus consecuencias pueden mermar la calidad de vida de los enfermos y allegados.
La Dermatitis Atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se manifiesta con lesiones que provocan mucho picor. Suele asociarse a una piel seca que se irrita con mucha facilidad (las lesiones características son de tipo eczematoso, por lo que eczema atópico es una expresión frecuentemente utilizada para referirse a la dermatitis atópica), y se produce en el contexto de una atopia, por lo que es frecuente que el paciente o alguno de sus familiares directos padezcan asma, rinitis o conjuntivitis alérgicas. La dermatitis atópica afecta a cerca del 20 % de la población infantil menor de dos años (se trata de la enfermedad crónica de la piel más frecuente en los niños), y aproximadamente a un porcentaje de los adultos que oscila entre el 1 y el 5% . Suele evolucionar en brotes, los cuales duran varios días.
Este año 2014 se ha publicado el estudio epidemiológico llamado DATOP, que presenta una aproximación a diversos aspectos de esta enfermedad desde la perspectiva de los propios pacientes: los desencadenantes de los brotes, el grado de control percibido, el cumplimiento de las indicaciones médicas y su calidad de vida relacionada con la salud.
Este trabajo destaca como desencadenantes más frecuentes de los brotes de dermatitis atópica aspectos tan cotidianos de la vida como los artículos de perfumería y aseo personal, las prendas de vestir, la presencia de ácaros o polvo en el ambiente doméstico, los cambios bruscos de temperatura y el estrés, e incluso algunos alimentos en casos concretos.
Otro aspecto relevante que aporta este trabajo es la preocupante constatación de que 89 % de los pacientes con dermatitis atópica (o sus cuidadores) se siente impotente ante su enfermedad, y un 70 % se manifiestan cansados y tristes ante el impacto de esta patología en su vida. La afectación cutánea (o el miedo a que ésta se produzca o se agrave) conduce a restricciones de tipo diverso, como la evitación del deporte o del ejercicio, la evitación de situaciones que impliquen la exposición a determinadas temperaturas, la evitación de determinadas prendas o incluso determinados alimentos, y puede provocar también trastornos del sueño, afectación anímica y cambios en el humor.
La mayor parte de los pacientes admiten conocer la enfermedad, y reconocen saber como tratarla; pero, a pesar de ello, la mayor parte de los pacientes admite entrar en una fase de abandono que les lleva a no iniciar con rapidez el tratamiento adecuado ante la presentación de un brote, lo cual hace que la gravedad de la dermatitis empeore.
Por todo ello, parece necesario potenciar la educación de los propios pacientes y sus familiares (con frecuencia, se trata de niños de corta edad, y sus padres son sus cuidadores) sobre la enfermedad y su manejo, para mejorar el grado de control de la misma y, por tanto, la calidad de vida de unos y otros.
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