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Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo: ¿Cómo prevenimos las enfermedades alérgicas ocupacionales?

Como todos los años, este 28 de abril se celebra el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo.

El lema para 2015 es un poco largo: «Únete a la construcción de una cultura de la prevención en materia de seguridad y salud en el trabajo«. El tema sobre el que gira la campaña de este año está, por tanto, dedicado a la prevención, y más concretamente a fomentar una cultura de prevención, es decir, a concienciar a todos (trabajadores, empresarios, instituciones con capacidad de planificación y decisión política, sociedad en su conjunto) de la importancia de la prevención de riesgos laborales como factor protector de la seguridad y salud en el trabajo.

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En lo referente a las enfermedades ocupacionales de causa alérgica, ¿cómo las prevenimos?

 Con carácter general, cuando se intenta prevenir una enfermedad ocupacional relacionada con sustancias químicas presentes en el entorno de trabajo, el objetivo suele ser reducir la concentración de dicha sustancia por debajo del nivel que genera los
daños a los trabajadores y trabajadoras. Obviamente, en el caso de sustancias tóxicas ésto implica determinar los niveles que pueden resultar nocivos, e intentar mantener las concentraciones por debajo de tales niveles. Cuando se trata de alérgenos, sin embargo, este concepto de «nivel tolerable» es más complejo y difícilmente identificable, puesto que la concentración a partir de la cual un trabajador o trabajadora puede sensibilizarse suele estar muy por debajo del nivel nocivo para la población general, ya que depende de una sensibilidad especial del sujeto, y, una vez presente la sensibilización, incluso el contacto con una cantidad mínima de alérgeno podría provocar una respuesta alérgica.

En los casos en que a alguna sustancia concreta se le conoce un elevado poder sensibilizante, resulta procedente, si ello es posible, eliminar la presencia del agente alergénico del ambiente de trabajo, bien sea buscando sustitutivos a los productos o mediante la modificación de los procesos y/o equipos de trabajo, o bien (y no son métodos incompatibles entre sí) minimizando el contacto de los trabajadores con la sustancia mediante el empleo de medidas de protección (individuales o colectivas).

Los riesgos que no puedan eliminarse de forma completa deben evaluarse y articular medidas preventivas que los minimicen.

Y resulta pertinente, en el ámbito de la vigilancia de la salud de los trabajadores, la detección de personas especialmente sensibles, cuando ello es posible. La constancia de enfermedades previas (alergias ya diagnosticadas, enfermedades pulmonares crónicas, enfermedades que alteran la barrera cutánea como la psoriasis o la dermatitis atópica, …) pueden hacer sospechar una mayor vulnerabilidad por parte del trabajador y determinar la asignación del puesto de trabajo y el protocolo de vigilancia de la salud procedente.

En el seguimiento ulterior, si el riesgo de sensibilización ocupacional existe, la vigilancia de la salud debe prestar especial atención a la posibilidad de que tal sensibilización se haya producido, para conseguir su diagnóstico precoz y, en tal caso, la protección específica de ese trabajador, que puede implicar incluso la separación del ambiente de trabajo y su consecuente protección con una prestación de la Seguridad Social.

La Junta de Castilla y León, en colaboración con el sindicato Comisiones Obreras de Castilla y León, ha editado un documento titulado «Guía Básica sobre las Alergias de Origen Laboral» que puede resultar interesante si quieres ampliar conocimientos sobre el tema:

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Espina bífida y alergia al látex.

Esta tarde, a las 20:00 h, en la sede del Colegio Oficial de Médicos de Málaga, se presentará el libro «Tratado de Espina Bífida: de la A a la Z«, una obra coordinada por el director de la Escuela de Urología Pediátrica del mencionado Colegio, el urólogo Dr. Carlos Miguélez, y el ginecólogo Dr. Manuel Gallo.

Editado por la Editorial Amolca, este Tratado de Espina Bífida es una obra internacional que cuenta con 160 autores de más de 10 países: además de España, están representados Alemania, Argentina, Austria, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Estados Unidos, Guatemala, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Abarca, además de los aspectos médicos, todas las implicaciones psicológicas y sociales que este problema de salud conlleva para los enfermos y sus cuidadores.

Los profesionales de Alergia y Asma Andalucía hemos participado en la autoría de esta obra, concretamente haciéndonos cargo del capítulo dedicado a la Alergia al Látex.

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¿Es relevante la alergia al látex en las personas con espina bífida, hasta el punto de dedicarle un capítulo entero en un tratado de estas características?

Lo es.

Como señalamos en la entrada de la Alergopedia correspondiente al látex, la prevalencia de sensibilización al látex en la población general es menor del 1 %, pero existen diversos grupos de riesgo con una prevalencia significativamente mucho mayor, entre los cuales se encuentran las personas con historia de múltiples intervenciones quirúrgicas o técnicas médicas invasivas, como son los niños con espina bífida y anormalidades urogenitales. Probablemente, al igual que en otros grupos de riesgo elevado (como son los trabajadores sanitarios y a los trabajadores de la propia industria del caucho), en estas personas la exposición reiterada y frecuente al caucho o a sus productos juegue un papel importante en el proceso de sensibilización. Concretamente, el grupo con mayor prevalencia de alergia al látex lo constituyen los niños con espina bífida (¡más del 50 % según algunos estudios!), y ese hecho se ha demostrado relacionado con la exposición al látex: en estas personas, el contacto de tejidos internos y mucosas con el látex durante los primeros años de su vida es muy frecuente, ya que necesitan una amplia y variada actividad clínica invasiva, como múltiples intervenciones quirúrgicas o numerosas exploraciones en las que se utilizan sondas u otros instrumentos.

La espina bífida es una malformación congénita en la que existe un cierre incompleto del tubo neural al final del primer mes de vida embrionaria y posteriormente, el cierre incompleto de las últimas vértebras. Se trata de una malformación congénita grave, la cual, aunque puede manifestarse en grados diversos (en los casos leves puede incluso pasar desapercibida: es lo que llamamos espina bífida oculta), puede tener consecuencias importantes. Su gravedad se debe a que puede afectar a tres de los principales sistemas del organismo: el sistema nervioso central (SNC), el aparato locomotor y el sistema genitourinario. En general, cuanto más alta se encuentre la vértebra o vértebras afectadas, más graves serán las consecuencias (lo más frecuente es que todos los nervios ubicados por debajo de la malformación estén afectados en mayor o menor grado: por ello, cuanto más alta esté la malformación en la espalda, más extenso será el daño).

Entre las complicaciones que pueden aparecer, relacionadas con la afectación de los tres sistemas señalados, está la hidocefalia, que es una acumulación excesiva de líquido cefalorraquídeo en el cerebro y puede, a su vez, condicionar trastornos neurológicos diversos; puede haber trastornos del aprendizaje, con dificultades de memoria y concentración; puede haber alteraciones del aparato locomotor, en forma de debilidad muscular o parálisis en piernas, deformidades y disminución o pérdida de la sensibilidad por debajo de la lesión; son frecuentes también los trastornos del sistema genito-urinario, con alteraciones del control urinario e intestinal que pueden dar lugar a una incontinencia vesical y/o fecal o por el contrario una retención de uno o ambos tipos, infecciones urinarias de repetición por un deficiente vaciamiento vesical (por lo que deben recurrir en muchos casos a sondaje vesical intermitente), criptorquidia (un trastorno consistente en la falta de descenso de los testículos desde el interior del abdomen hasta las bolsas escrotales), etc.

Muchas de estas circunstancias requieren tratamiento quirúrgico. Las intervenciones médicas y quirúrgicas de los últimos 40 años han logrado que ahora aproximadamente el 90 por ciento de los bebés que nacen con esta malformación sobrevivan hasta la edad adulta. Pero son niños que pueden requerir múltiples ingresos hospitalarios, sondajes y operaciones diversas durante los primeros años de su vida.

Y parece que el contacto reiterado con el látex durante las etapas precoces de la vida es más sensibilizante que en etapas posteriores: sabemos que también otras personas sometidas a múltiples intervenciones quirúrgicas y actuaciones sanitarias invasivas por causas diferentes de la espina bífida tienen un riesgo elevado de sensibilizarse al látex, si bien no se trata de un riesgo tan elevado como en el caso anterior, lo cual se atribuye a que los niños con espina bífida sufren exposiciones reiteradas al látex desde muy pequeños.

Una vez conocido este riesgo, pueden ponerse en marcha medidas encaminadas a prevenir la sensibilización al látex. En estos casos, la prevención primaria (hablamos de prevención primaria para referirnos a la prevención dirigida a evitar la sensibilización) se centra en identificar a las personas con tales riesgos y en evitarles, dentro de lo posible, dicho contacto precoz y reiterado. Durante sus intervenciones quirúrgicas y, en general, durante todo su periodo de hospitalización, se puede utilizar material libre de látex, y en el quirófano también se puede realizar previamente una limpieza a conciencia para evitar restos incluso en forma volátil. Es conveniente también poner cierta atención al entorno familiar y escolar de estos niños, procurando evitar el empleo de objetos de látex que puedan entrar en contacto habitual con mucosas: chupetes, tetinas, biberones, etc., … y procurar que no se metan en la boca globos ni chupen juguetes que puedan contener caucho. Estas medidas, que pueden parecer irrelevantes en niños sanos, evitan a los niños con espina bífida un contacto adicional con el látex que, debido a su exposición, no siempre evitable, en el ámbito sanitario, podrían contribuir a su sensibilización.

La llamada prevención secundaria, por su parte, implica el diagnóstico precoz y las medidas necesarias para disminuir o contener las manifestaciones clínicas en una persona ya sensibilizada. En las revisiones periódicas de los pacientes con espina bífida debe indagarse de forma expresa sobre la posible aparición de signos o síntomas que pudieran hacer sospechar la presencia de sensibilización frente a látex, y debe establecerse un protocolo de actuación reglada en estos pacientes, que incluye la participación sistemática del servicio de Alergología, para lograr el diagnóstico precoz. Una vez establecido el diagnóstico, resulta imperativa la evitación de contacto con látex, con pautas asimilables a las que se emplean en la prevención primaria, pues el contacto en estas personas podría producir un cuadro de anafilaxia.