¿Puede la alergia cambiar nuestro aspecto físico?

En torno al año 1800, el neuroanatomista alemán Franz Joseph Gall propuso su teoría de que el carácter y los rasgos de la personalidad podrían predecirse a partir de la forma del cráneo, de la cabeza y las facciones del rostro. Basándose en esa teoría se desarrolló una disciplina que recibió el nombre de Frenología, y que se hizo extremadamente popular en el siglo XIX, especialmente en el ámbito de la criminología, pues en las primeras décadas de ese siglo quienes defendían esta teoría argumentaban que podían deducir las tendencias criminales de una persona estudiando la forma de su cabeza.

Sin embargo, la Frenología no tenía una base científica real, y sus teorías fueron completamente desacreditadas hacia la mitad del mismo siglo. Hoy, la Frenología se considera una «pseudociencia» (es decir, una disciplina con apariencia científica cuyos postulados, sin embargo, carecen de base científica alguna), y en ningún foro serio se defiende ya que la forma del cráneo o de la cabeza pueda servir para predecir los rasgos de personalidad o carácter de una persona; ni, por supuesto, sus tendencias criminales.

Sin embargo, la craneometría (el estudio del peso, tamaño y forma del cráneo) y la fisionomía (el estudio de los rasgos faciales), sin pretender adivinar cómo siente, piensa o está predispuesta una persona desde el punto de vista conductual, sí pueden aportar alguna información acerca de circunstancias relevantes que afectan a esa persona: por ejemplo, algunos aspectos relacionados con la salud y la enfermedad.

Por ejemplo, es clásico argumentar que cuando un niño padece hipertrofia adenoidea (un aumento de tamaño de las llamadas amígdalas faríngeas, unas glándulas linfáticas que están situadas en la orofaringe, lo cual coloquialmente recibe el nombre de «vegetaciones«) se vería obligado a respirar constantemente por la boca, lo cual,  a largo plazo, puede producir una alteración en el desarrollo craneofacial y dar lugar a una serie de rasgos faciales característicos: una cara alargada; un paladar estrecho y alto, que puede dificultar la erupción dental y alterar la oclusión de los dientes superiores e inferiores con consecuencias en la masticación, la articulación de los sonidos o la estética; labio inferior agrandado; hundimiento de pómulos que transmite la sensación de que la nariz es grande, sin que realmente lo sea. Todo ello configuran la típica «facies adenoidea«, que podría aparecer también en otros trastornos que obligaran a respirar continuamente con la boca abierta, como es el caso de una rinitis alérgica perenne.

En el ámbito de la Alergología, es también clásico mencionar el llamado «saludo alérgico«: los niños (y algunos adultos) con rinitis alérgica, por causa del prurito nasal y de la rinorrea acuosa (mucosidad líquida continua), tenderían a frotarse frecuentemente la nariz con un movimiento vertical de arriba abajo; precisamente a ese gesto repetido es a lo que se le llama «saludo alérgico», y, a la larga, podría producir la aparición de un surco horizontal persistente en la nariz.

Otro signo que clásicamente se ha considerado típico de atopia (sólo en la raza blanca, pues en otras razas es muy frecuente y no tiene ninguna relación) es el llamado pliegue de Dennie-Morgan, una doble arruga en el párpado inferior del ojo, aproximadamente paralela al borde libre del mismo, que suele estar más acentuada en las primeras etapas de la vida y hacerse menos visible en la edad adulta.

cara rinitis

La imagen es de la Dra. Flores Alejo, pediatra en México.

  Recientemente, un grupo de autores británicos ha estudiado, mediante tecnología de imagen tridimensional, las caracteristicas morfológicas del cráneo y la cara de un grupo de niños atópicos (caucásicos) a los que siguieron desde el diagnóstico de atopia (en torno a los 7 años de edad) hasta sus 15 años, y los compararon con un grupo de niños controles. El trabajo se llama «A three-dimensional analysis of the effect of atopy on face shape» («Un análisis tridimensional del efecto de la atopia en la morfología facial«). No se trata del primer trabajo de estas características (los mismos autores, unos meses antes, ya habían estudiado la influencia del asma sobre la forma facial en «The influence of asthma on face shape: a three-dimensional study«, aunque en aquel caso los resultados fueron menos concluyentes, especialmente en varones).  Ambos trabajos están publicados en The European Journal of Orthodontics (si quieres acceder a ellos, pulsa sobre sus respectivos nombres en inglés), y los hallazgos de los autores indican que sí existen diferencias en la forma de la cara de los niños atópicos respecto a los controles: los principales hallazgos incluyeron una mayor altura del macizo facial de los niños que de forma crónica respiraban por la boca, y también una mayor altura de la parte anterior de la cara de estos niños. Como los propios autores indican, queda por saber qué grado de obstrucción nasal es necesario para que este fenómeno se produzca, y también si se trata de una circunstancia reversible (ya sea de forma total o parcial) tras la corrección de la congestión nasal, o si es una condición definitiva.

En cualquier caso, se trata de una aproximación, con una metodología científica, para conseguir evidencias (pruebas) sobre estas circunstancias que la lógica nos impulsaba a considerar plausibles, con carácter general, sin haber podido comprobar previamente.