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«¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?»: de Mylan, Meda y Altellus.

Hace apenas unos días recogíamos en este blog el escándalo suscitado en Estados Unidos sobre la compañía farmacéutica Mylan por el desorbitado precio de su adrenalina autoinyectable, el famoso dispositivo EpiPen.

Con el obvio objetivo de reaccionar para evitar que las críticas siguieran dañando su reputación, la cúpula directiva de Mylan ha prometido que en las próximas semanas lanzará un EpiPen «genérico» con idénticas características al producto de marca pero a mitad de precio. Con ello, Mylan evita bajar el precio de EpiPen, que seguirá en el mercado con el mismo precio que ahora, y al mismo tiempo introduce un genérico (los cuales, al parecer, allí tienen más facilidad para ser aceptados por el organismo regulador de la autoridad sanitaria), con el que intentará recuperar una cuota de mercado que habría perdido por los desorbitados precios de su producto de marca. En contra de lo que probablemente Mylan esperaba, su estrategia no ha conseguido contentar a la opinión pública, y los ánimos siguen caldeados.

En plena vorágine en Estados Unidos, Mylan ha comunicado oficialmente que el pasado 5 de agosto completó la adquisición de Meda.

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«¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?»: así comienza uno de los poemas de Lope de Vega, un poema de madurez incluido entre sus rimas sacras, en el que el poeta expone su arrepentimiento por toda una vida en la que, según entiende en el momento de escribirlo, desantendió la voz de Jesús. Es una frase humilde de quien no se siente digno de la atención recibida.

Hablemos de Meda, para ver qué puede interesar de ella a Mylan.

Meda Pharma es una compañía internacional de especialidades farmacéuticas (originariamente sueca: la compañía matriz es Meda AB, y su oficina central se encuentra en Solna, Suecia) sólidamente implantada en múltiples países, entre ellos España. Según consta en la página web de Meda España, Meda no realiza ningún desarrollo de productos farmacéuticos en fase inicial y sus nuevos productos se obtienen a través de adquisiciones. Sus objetivos principales son  la comercialización y venta de productos, tiene sus propias redes de distribución en más de 60 países, y lleva a cabo actividades de venta y marketing a través de distribuidores en otros países donde no tiene representación propia: globalmente, los productos de Meda se venden en más de 150 países.

Entre los múltiples productos que comercializa Meda en España está, precisamente, Altellus, uno de los dispositivos autoinyectables con adrenalina de los que disponemos aquí.

¿Es casualidad? Bueno, en realidad Altellus es EpiPen, y precisamente con ese nombre está comercializado en otros países de la Unión Europea. Mylan no necesita el medicamento, pues ya lo tiene, pero sin duda podrá beneficiarse de las redes de distribución y de la implantación de Meda en Europa.

¿Deberíamos preocuparnos? En España, las circunstancias son diferentes a las de Estados Unidos. Por un lado, puesto que aquí tenemos un modelo sanitario de Sistema Nacional de Salud, y el tratamiento farmacológico es una de las prestaciones (si bien generalmente con copago) de la Seguridad Social, el propio Estado es el principal cliente: la supervisión de los precios de los medicamentos financiados por la Seguridad Social es muy estricta. Y, por otro lado, aquí Meda no tiene el monopolio de las adrenalinas autoinyectables, pues también disponemos de Jext, de ALK.

Altellus está disponible en 2 presentaciones, una con una dosis de 0,15 mg. para niños de 10 a 25 kg y otra con una dosis de 0,30 mg. para adultos de > 25 kg.

Jext, por su parte, está disponible en las dosis de 150 mcg y 300 mcg (equivalentes a Altellus 0,15 y Altellus 0,30), respectivamente para niños de 10 a 25 kg y para adultos de > 25 kg.

El manejo de ambos es igualmente intuitivo, y actualmente (crucemos los dedos) el precio de uno y otro (para la misma dosis) es idéntico.

 

La progenie de la abuela: nueva plaga de mosquitos en la zona oeste de Málaga.

Desde el pasado jueves, se ha intensificado la presencia de mosquitos en determinados barrios de la zona oeste de Málaga, como Guadalmar, Sacaba y Parque Litoral. Durante el fin de semana, han hecho estragos entre los bañistas de playas como la de la Misericordia, donde frustaron el día a muchas familias que tuvieron que recoger sus cosas y marcharse por resultar la estancia extremadamente incómoda, especialmente a partir de determinadas horas de la tarde.

En un verano en que los profesionales del servicio público de salud encargados de atender a la población de esta ciudad denuncian con más insistencia que nunca las condiciones precarias y de insuficiencia de medios (humanos y materiales) en que se ven obligados a trabajar, la asistencia de vecinos y turistas a servicios de urgencias (¡incluso hospitalarias!) buscando tratamiento para reacciones intensas a las múltiples picaduras de los mosquitos añade un factor más de sobrecarga a tales servicios. «Éramos pocos, y parió la abuela», reza un irónico refrán popular que alude a la forma en que situaciones inesperadas, como la que nos ocupa, pueden sobrepasar las previsiones más extremas.

En efecto, como no se cansan de defender los gestores de nuestro servicio público de salud, «la asistencia está garantizada». Quienes trabajamos, o hemos trabajado, en los centros públicos sabemos que los últimos en darse cuenta de la precariedad de la situación, o en sufrir sus consecuencias (pues una cosa y la otra están, obviamente, relacionadas), son los usuarios. Pero la asistencia está garantizada a costa de una sobrecarga de los profesionales.

Son múltiples las referencias que hemos encontrado este verano en la prensa generalista a la sobrecarga de los servicios sanitarios en Andalucía (y muy especialmente en Málaga) y a las condiciones inadecuadas en las que sus profesionales prestan sus servicios, hasta el punto de que recientemente hemos sabido que la Fiscalía ha decidido investigar las consecuencias en Málaga y Huelva de los recortes encubiertos: recortes, porque ni se incrementa la dotación de los servicios de forma congruente con el aumento de la población en estas zonas turísticas en verano, ni se cubren las bajas o vacaciones del personal como sería deseable (como sería necesario); y encubiertos, porque sobre los usuarios repercute una ínfima parte de esas circunstancias, ya que los profesionales afrontan el exceso de demanda con un esfuerzo y dedicación adicionales que han resultado admirables hasta que, como ellos mismos reconocen (en una petición de ayuda de la que ni siquiera sus pacientes son del todo conscientes), han llegado a rayar en la temeridad.

Los técnicos del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía trabajan juntos para identificar la causa de esta nueva plaga de mosquitos. En esta ocasión, se descarta que pueda estar en la desembocadura del Guadalhorce, pues ha sido inspeccionada sin que se hayan encontrado larvas en ninguna de las lagunas revisadas y con una presencia de mosquitos adultos muy baja y mucho menor que en la anterior visita, ocurrida el 10 de agosto.  Tampoco se han encontrado larvas en la depuradora del mismo río.  La semana pasada, el Ayuntamiento inspeccionó las urbanizaciones de Guadalmar y Parque Litoral, comprobándose la ausencia de larvas tanto en los canales como en las rejillas pluviales de estas zonas cercanas al paraje natural de la desembocadura del Guadalhorce.

Nuestra intención inicial era centrar esta entrada en la referida plaga de mosquitos, cuya magnitud la ha hecho incluso merecedora de atención en los noticiarios de cadenas nacionales de televisión, pero imaginar a sus víctimas consultando masivamente en los servicios de urgencias nos ha llevado a destacarla como la progenie de la abuela en un servicio de salud que sigue funcionando, con dificultad, sobre los hombros de sus profesionales.

En los próximos días, los técnicos municipales y autonómicos seguirán buscando el foco o focos de la plaga. Ojalá lo encuentren pronto, y puedan erradicarlo. Y ojalá que también pronto las autoridades sanitarias adecuen la dimensión de sus servicios a las necesidades reales de la población que atienden. Aunque nos tememos que ésto va a llevar más tiempo.

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Nube de mosquitos sobre el agua