El dolor es una experiencia sensorial desagradable, con un componente emocional asociado que suele condicionar una conducta de evitación. Está presente en todos los seres vivos que tienen un sistema nervioso central y su función fisiológica es señalar al mismo que una zona del organismo está expuesta a una situación que puede provocar una lesión, o bien que ya la ha provocado. La conducta de evitación, cuando resulta posible, persigue evitar la lesión o limitar su progresión, disminuyendo o eliminando, en el mejor de los casos, la sensación dolorosa.
Dicho de otra forma: el dolor es un aviso del organismo de que algo no va bien y, a veces (lamentablemente, no siempre), actuar para evitar el sufrimiento que el dolor provoca consigue limitar los daños.
Existen, no obstante, enfermedades crónicas en las cuales, a pesar de que algo no va bien, no hay dolor, o sólo aparece en estadios muy avanzados. En tales circunstancias, aún cuando el enfermo tenga adecuado conocimiento de la posible evolución de su enfermedad, la búsqueda de soluciones (el cumplimiento del tratamiento, por ejemplo) puede no ser tan decidida y perseverante como cuando hay dolor.
Una encuesta realizada por Farmaindustria a 1.400 pacientes crónicos españoles ha revelado que sólo el el 49,9 % de ellos cumple correctamente con el tratamiento médico prescrito.
Llamamos adherencia terapéutica a la perseverancia del paciente en el cumplimiento de las pautas de tratamiento indicada por su médico. La encuesta referida, cuyo resultado se ha dado a conocer esta semana, ha detectado que el olvido es la principal causa de falta de adherencia en estos pacientes. Otra causa que los pacientes destacan es la mejoría que experimentaron una vez iniciado el tratamiento.
El perfil de paciente menos cumplidor, según la encuesta, lo representan los más jóvenes (nada menos que el 71,2 % de los menores de 45 años no cumplen adecuadamente con la medicación pautada por su médico) y con estudios medios (60 %) o superiores (56,1 %). En cuanto al género, no se detectaron diferencias destacables.
Son cifras preocupantes, ya que en estas enfermedades la constancia en el tratamiento suele ser fundamental para mantenerse libre de síntomas o descompensaciones, o para evitar la progresión.
Conviene recordar que el asma es una de esas enfermedades que no duelen, ni producen malestar cuando está adecuadamente controlada. Pero su control depende de la constancia en el tratamiento. Conviene, también, recordar, que precisamente las vacaciones de verano, por el cambio de hábitos, es una época en la que no es raro descuidar el tratamiento, y que esa circunstancia puede dar lugar a lo que llamamos «el pico de asma de septiembre«: una descompensación que puede ocurrir cuando el enfermo regresa a su domicilio para retomar su rutina, retomando el contacto con sus alérgenos habituales y frecuentemente en un entorno urbano con exposición nuevamente a los contaminantes de la atmósfera de la ciudad.
Conviene recordar, también, que las descompensaciones pueden evitarse, tanto en el próximo mes de septiembre como en cualquier otro mes del año, pero que para ello es fundamental ser perseverante en el tratamiento.
Es decir, salvo que tengas instrucciones expresas de tu médico en sentido contrario, debes continuar con el tratamiento. Aun cuando te encuentres bien, y no tengas ahogos, ni tos, ni sensación de pitos o de opresión en el pecho, aun cuando puedas hacer ejercicio sin limitaciones.
Aun cuando no duela.
Dolor, obra de Vincent van Gogh: uno de los dibujos preferidos del propio autor. Aunque está más centrado en la experiencia emocional o anímica que en la puramente física, hemos querido cerrar esta entrada con él.