No es solo que las tres grandes religiones monoteístas destacan la acción de visitar al enfermo como una de las principales obras de misericordia (o una obligación, incluso) con las que el creyente puede complacer a la divinidad haciendo más llevadero el sufrimiento de su prójimo, sino que incluso para los no creyentes resulta evidente que la visita al enfermo puede ejercer un efecto beneficioso relevante en el ánimo de éste, en un momento en que sentirse acompañado puede suponer un apoyo valiosísimo.
Cuando es el médico el que visita, la visita va más allá de un acto de compasión (en el sentido etimológico de la palabra, de «padecer con…» el otro) o un acompañamiento y generalmente se configura como parte del proceso asistencial, pues del reconocimiento pueden derivar decisiones sobre el tratamiento.
Un estudio reciente ha encontrado que una simple visita médica domiciliaria puede ejercer un efecto beneficioso sobre la evolución de la enfermedad. Concretamente, ha encontrado que la visita médica domiciliaria a pacientes con asma grave puede mejorar significativamente la adherencia al tratamiento con dispositivos inhaladores y puede reducir las exacerbaciones clínicas graves que requieran asistencia a un servicio de urgencias.
En el caso de los inhaladores, una mejora en la adherencia, que haga que el paciente utilice de forma perseverante su tratamiento de base aun cuando no tenga síntomas, evita descompensaciones y agravaciones de la enfermedad. Concretamente, en estos pacientes la adherencia al tratamiento mejoró de un 22 % a un 65 %, y la asistencia un servicio de urgencias se redujo en un 40 %.
Los resultados del estudio, realizado en el UCSF Fresno Center for Medical Educacion and Research y liderado por el Dr. Richard Allison, se han avanzado en la revista CHEST.
El Médico, de Samuel Luke Fildes: