La alergia a las proteínas de la leche de vaca afecta entre un 2 y un 7,5 % de los niños en los países desarrollados, y es la alergia más común en los menores de tres años. Es un problema de salud importante, que siempre enfrenta al paciente (o, más frecuentemente, a los padres o cuidadores cuando se trata de niños) a un mundo de incertidumbres.
Recientemente ha nacido Unidos por la Alergia a la Leche, una comunidad online que busca proporcionar recursos a las familias cuyos hijos han sido diagnosticados de alergia a las proteínas de la leche de vaca.
Con asesoramiento profesional, se proporciona información sobre las diversas fases por la que puede pasar el niño alérgico (desde antes del diagnóstico hasta la consecución de la tolerancia, cuando ello es posible), y se proporcionan también diversos elementos que pueden resultar útiles, como recetas, fragmentos de vídeo en los que los profesionales responden preguntas frecuentes, o un foro en el que los afectados pueden libremente compartir sus experiencias y consultar sus dudas.
Lógicamente, en principio, nos parece una buena iniciativa. Pero traerla a colación en este blog no es solamente para recomendarla (en efecto, pensamos que puede resultar útil), sino para destacar también un aspecto sobre el que creemos interesante reflexionar.
Unidos por la Alergia a la Leche es un recurso creado y patrocinado por Mead Johnson Nutrition. Mead Johnson Nutrition es una empresa fabricante de productos alimenticios para niños, entre los que se incluyen preparados diseñados para bebés con alergia a proteínas de la leche de vaca, que pueden ser dedos tipos: fórmulas extensamente hidrolizadas (en las que las proteínas se han fragmentado en trozos pequeños, con escasa probabilidad de que puedan ser reconocidas por el sistema inmune) y fórmulas a base de aminoácidos, en las que tampoco están las proteínas completas.
Obviamente, la alergia a la leche de vaca en niños, sobre la que gira la comunidad online patrocinada y su correspondiente página web, está muy relacionada con un sector de la actividad productiva de esta empresa, circunstancia que, cuando ocurre en el ámbito de la medicina, siempre es conveniente destacar, pues podría representar lo que llamamos un conflicto de intereses (en este caso concreto, se hace constar, pues el nombre de la empresa aparece en la página como propietaria del copyright, es decir, de los derechos de autor). Eso no quiere decir, ni mucho menos, que la información proporcionada en la mencionada página sea falsa, o sospechosa de ser falsa (de hecho, la información profesional que en ella aparece es rigurosamente cierta; la información vertida en los foros no la hemos leído, pues procede de los usuarios y los promotores de la página web no tienen por qué identificarse con ella). No obstante, saberlo puede hacer que el lector repare más detenidamente en aspectos que, de otro modo, podrían haber pasado desapercibidos.
Por ejemplo, como alergólogos nos llama la atención que, al abordar el tratamiento del problema, se destaque la necesidad de evitar la leche de vaca, pero no se dedique ni una sola palabra a la posibilidad de inducir la tolerancia mediante desensibilización.
Como allí se destaca, si se realiza una dieta correcta, la mayoría de estos niños pueden llegar a conseguir la tolerancia de forma espontánea al cabo de unos cuantos años. Pero en un 10-15% aproximadamente de los niños que padecen esta alergia, no se supera, y son diagnosticados de alergia persistente. En estos niños suele considerarse necesario realizar algún tratamiento que modifique el curso de la enfermedad, ya que la evitación absoluta de las proteínas de la leche de forma indefinida es difícil de conseguir, pues la leche de vaca y sus derivados se emplean con mucha frecuencia en nuestra dieta, y las reacciones que pueden ocurrir por ingesta involuntaria o accidental pueden ser graves.
El tratamiento de desensibilización o inducción oral de tolerancia consiste en la administración por boca de cantidades inicialmente pequeñas y progresivamente crecientes del alimento al que el paciente es alérgico (en este caso, la leche), de forma protocolizada y bajo control médico, hasta que se logra la tolerancia de una cantidad adecuada para la edad del niño. Se considera, entonces, que el paciente puede introducir el alimento en la dieta con normalidad.
En la actualidad, este tratamiento de desensibilización o inducción oral de tolerancia es un procedimiento que se está llevando a cabo con éxito en la práctica clínica, por lo que merecería una mención al hablar del tratamiento de esta alergia. Sin embargo, como decíamos arriba, en la fecha actual no se le dedica ni una simple referencia.
Lo cual nos lleva a reparar, también, en que la totalidad de los profesionales que figuran como implicados en la página web referida son médicos especialistas en Pediatría, con ejercicio profesional en el ámbito de la Gastroenterología pediátrica. No hay, entre ellos, ni un solo médico especialista en Alergología.
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