Recomendaciones de «no hacer» en Alergología

En abril de 2013, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad puso en marcha un proyecto llamado “Compromiso por la Calidad de las Sociedades Científicas en España”, en el que implicó a un buen número de sociedades científicas. El objetivo de esta iniciativa era identificar intervenciones o prácticas sanitarias innecesarias, entendiendo por innecesarias aquéllas que no han demostrado eficacia, tienen efectividad escasa o dudosa, no son coste-efectivas (es decir, que el beneficio que proporcionan es tan escaso que ni siquiera compensa su coste) o no son prioritarias. Lógicamente, si tales prácticas se identifican, la consecuencia inmediata es la recomendación a los profesionales sanitarios de no realizarlas.

Lo que se pretendía, entonces, era elaborar una serie de recomendaciones de «no hacer», para las distintas especialidades médicas, de forma que se disminuyeran los posibles efectos adversos asociados a esas intervenciones innecesarias, se potenciara la práctica de calidad por parte de los profesionales sanitarios, y se concienciara a la población general sobre la utilización adecuada de los recursos sanitarios.

Recientemente se han publicado en la página web del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad las recomendaciones elaboradas durante el año 2014, entre las que hay algunas propuestas por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, que son las que queremos comentar: es decir, recomendaciones de «no hacer» en el ámbito de la Alergología.

Antes de entrar en ellas, permitidnos que adelantemos que no son prácticas habituales entre los alergólogos: los profesionales formados en esta especialidad somos conscientes de cuáles son las actuaciones procedentes en el ámbito del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades alérgicas, y las consignas que a continuación vamos a comentar siempre se tienen en cuenta.

Las aportaciones de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, entonces, son las siguientes:

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 1.- No realizar pruebas cutáneas o in vitro con alérgenos sin haber realizado previamente una historia clínica detallada. Ya hemos comentado anteriormente que el diagnóstico de la enfermedad alérgica requiere una historia clínica detallada, en la que el alergólogo indagará sobre costumbres y estilo de vida, aspectos laborales, características de la vivienda, hábitos dietéticos, aficiones, convivencia o no con mascotas, … Porque, sin esa labor (que nosotros incluso hemos calificado de detectivesca), las pruebas complementarias (por muchas que hagamos) no pueden garantizar un diagnóstico correcto.

2.- No realizar las pruebas diagnósticas y procedimientos terapéuticos de riesgo en Alergología, sin garantías de calidad y seguridad clínica. En cada actuación diagnóstica y terapéutica deben siempre sopesarse los riesgos que pueda conllevar, y poner en práctica las pautas de actuación encaminadas a minimizarlos.

3.- No realizar pruebas diagnósticas de dudosa eficacia, como la inmunoglobulina G (IgG) o una batería indiscriminada de inmunoglobulina E (IgE) a alérgenos en el estudio de las alergias. En efecto, existen determinadas pruebas que se ofrecen al público en algunos ámbitos (permitidnos insistir en la afirmación que hacíamos arriba de que NO se trata de prácticas habituales entre los alergólogos), y que no tienen eficacia demostrada. Es el caso de kits de detección de IgG específica frente a múltiples alimentos, que se comercializan y se utilizan en algunos laboratorios, pero que no han demostrado ninguna relación con las manifestaciones clínicas (que es, al fin y al cabo, lo que interesa), y no son recomendados por ninguna de las organizaciones o asociaciones científicas especializadas en alergia.

4.- En las reacciones anafilácticas, no utilizar los antihistamínicos ni los corticoides como primera línea de tratamiento priorizando el uso de adrenalina. Los lectores habituales de nuestro blog, así como los seguidores de nuestra cuenta de Twitter (@Alergologos), nos han oído (leído) decir, en diversas ocasiones, que el medicamento de elección para el tratamiento de la anafilaxia es la adrenalina.

5.- No tratar el asma bronquial con broncodilatadores de vida media/larga sin corticoides inhalados. Aún no hemos abordado con detalle en este blog el tratamiento farmacológico del asma. Cuando lo hagamos… bueno, sólo podemos decir que, con carácter general, no priorizaremos el uso de broncodilatadores de vida media/larga frente al empleo de cortricoides inhalados, pues eso contravendría las pautas de actuación propuestas por los expertos.