No todo son fármacos: La importancia de la evitación del alérgeno.

Jim Benton es un escritor e ilustrador norteamericano que ha escrito, dibujado y publicado múltiples libros destinados a públicos de diversas edades. Recientemente hemos tenido acceso a una historieta suya, de una página de extensión, que nos brinda un excelente pretexto para hablar de la importancia de la evitación de alérgenos en las enfermedades alérgicas:

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El paciente protagonista de esta historieta se muestra frustrado por no haber conseguido ingerir las pastillas prescritas, sin ser consciente de que ha conseguido el resultado deseado sin necesidad de tomarlas.

De igual modo, en medicina hay circunstancias o problemas de salud para los que el consumo de fármacos no es el único o el principal remedio. En las enfermedades alérgicas, por ejemplo, la medida inicial de tratamiento está constituida por la evitación del alérgeno. En la mayor parte de las enfermedades alérgicas, si se consigue evitar el contacto con el alérgeno o alérgenos problema, el paciente se mantendrá libre de síntomas. Es el caso, por ejemplo, de las alergias alimentarias, las alergias a fármacos o a veneno de himenópteros, o las dermatitis alérgicas de contacto: en todos estos casos, si la persona alérgica consigue evitar en toda circunstancia el contacto con el alérgeno, se mantendrá libre de síntomas. Esta idea es extrapolable a las intolerancias alimentarias, ya sean de causa inmunológica (como la celiaquía) o de causa metabólica por déficit enzimático: la evitación total de la sustancia problema (como es el caso del gluten en la celiaquía) permite a la persona intolerante mantenerse libre de síntomas; tan sólo es necesario asegurarse de que la dieta sea equilibrada a pesar de estar exenta de determinados alimentos.

En las alergias respiratorias, por su parte, la evitación del alérgeno también resulta fundamental. El problema, aquí, radica en que no siempre es posible evitar el alérgeno por completo. Puesto que lo habitual es que se trate de elementos microscópicos presentes en el aire que respiramos (ya sea en el exterior de las casas o en el interior, o en ambos), no es fácil identificarlos y evitarlos. A veces sí se puede, cuando esos elementos están contenidos exclusivamente en determinados espacios reconocidos o identificados: es el caso de las alergias laborales, en las que puede ser necesario que el enfermo cambie de puesto de trabajo para conseguir mejoría. Otras veces, por el contrario, puede ocurrir que las paredes internas de las vías respiratorias del enfermo sean muy sensibles (el término técnico que utilizamos es «hiperreactivas») y puedan inflamarse al contacto con sustancias o factores irritantes (que llamamos «irritantes inespecíficos», precisamente para diferenciarlos del irritante «específico», que sería el alérgeno). En tales circunstancias, los síntomas podrían no desaparecer del todo a pesar de la evitación del alérgeno (es lo que ocurre en muchos casos de asma bronquial), pero, incluso en estos casos, los síntomas serán mucho menos frecuentes y mucho menos intensos si se consigue evitar el alérgeno, especialmente si se consigue prolongar esa evitación en el tiempo. Ese es el motivo, también, por el que algunas personas padecen alergias respiratorias estacionales: sólo durante determinada estación o estaciones del año, aquéllas en las que el alérgeno (el ejemplo más típico es el de los pólenes) está presente en la atmósfera, el enfermo alérgico tendrá síntomas; el resto del tiempo puede estar completamente asintomático.

Y ese es el motivo, también, por el que cada vez que hablamos de algún alérgeno concreto en este blog damos una serie de recomendaciones para evitar o disminuir el contacto con el mismo.

Porque, si te paras a pensarlo, en la mayoría de los casos el tratamiento farmacológico de las enfermedades alérgicas sólo tiene utilidad cuando no resulta posible, o no se consigue (o no se quiere, que también puede ocurrir), evitar por completo el contacto con el alérgeno. En la mayoría de los casos (con las excepciones señaladas), si se consiguiera evitar, del todo y para siempre, el contacto con el alérgeno, daría igual que (como ocurre en el chiste de arriba) no pudieras abrir el envase de tu medicamento.