Hace unos días, al hablar de la campaña «Disfruta del sol sin dejarte la piel«, puesta en marcha por el Hospital Costa del Sol de Marbella, hicimos referencia al concepto de prevención primaria sin haber explicado previamente su significado. Nos ha parecido pertinente, entonces, abordar aquí los diferentes tipos o niveles de prevención en el ámbito médico. Hagámoslo, como es habitual en este blog, remitiendo como ejemplos a las enfermedades alérgicas.
La medicina preventiva es la especialidad médica que tiene como campo de acción la prevención de las enfermedades y la promoción de la salud, en un sentido amplio. Dependiendo del momento de la historia natural de la enfermedad sobre el que actuemos, podemos distinguir distintos niveles de prevención.
Tradicionalmente se hablaba de tres niveles de prevención, a los cuales se ha unido, más recientemente, un cuarto nivel: Prevención primaria, prevención secundaria, prevención terciaria y prevención cuaternaria.
La prevención primaria está constituida por el conjunto de medidas y actos orientados a evitar la aparición de la enfermedad. Desde un punto de vista epidemiológico, podemos decir que son las medidas que buscan disminuir la incidencia de la enfermedad, reduciendo el riesgo de aparición de nuevos casos. Puede tratarse de actuaciones llevadas a cabo sobre el medio ambiente o el entorno, o directamente sobre las personas.
Por ejemplo, en lo referente al asma y a alergias alimentarias, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda adoptar una serie de medidas, respecto de cuya eficacia existe evidencia científica de diverso grado, como prevención primaria, entre las cuales están las siguientes:
– Evitar el hábito tabáquico y la exposición al humo de tabaco ambiental particularmente durante el embarazo e infancia.
– Eliminar el hábito tabáquico en los lugares de trabajo.
– Evitar las condiciones húmedas en el hogar.
– Reducir los contaminantes aéreos en espacios externos y también intradomiciliarios.
– Se recomienda que los lactantes reciban alimentación materna hasta los 6 meses de edad.
– No se requiere una dieta especial para la madre que está en lactancia.
– Evitar los agentes sensibilizantes e irritantes en los ambientes ocupacionales.
La prevención secundaria está dirigida al diagnóstico precoz de las enfermedades ya existentes, y abarca el conjunto de medidas llevadas a cabo sobre el individuo enfermo para evitar la progresión de la enfermedad. En el ámbito de las enfermedades alérgicas, incluye el diagnóstico precoz de la sensibilización alérgica, es decir, la detección precoz de la positividad de las pruebas alérgicas, aun cuando todavía no se hayan desarrollado síntomas clínicos. Como medidas a adoptar en estos casos, la OMS recomienda reducir o evitar, dentro de lo posible, la exposición en niños pequeños ya sensibilizados a los ácaros del polvo doméstico, mascotas o cucarachas, para prevenir el inicio de una enfermedad respiratoria.
La prevención terciaria incluye acciones enfocadas a disminuir las consecuencias de la enfermedad ya establecida, incluyendo sus secuelas. En las enfermedades crónicas, se incluyen la rehabilitación física, psíquica y social. La prevención terciaria en enfermedades alérgicas tiene tres componentes: la evitación del alérgeno o alérgenos responsables, el uso de tratamientos farmacológicos, y el uso de inmunoterapia o vacunas de la alergia. En el caso de los enfermos con riesgo de reacciones anafilácticas, deben ser educados a reconocer el alérgeno desencadenante y las consecuencias de una nueva exposición, y deben llevar consigo el dispositivo autoinyector de adrenalina. También los cuidadores de niños con este riesgo deben recibir educación sobre la evitación de alérgenos, el reconocimiento precoz de los síntomas y el tratamiento inmediato mientras se accede a la asistencia sanitaria.
El concepto de prevención cuaternaria fue acuñado por el médico belga Marc Jamoulle, y se refiere al conjunto de actuaciones orientadas a atenuar o evitar las consecuencias de la intervenciones sanitarias innecesarias o excesivas. Como ya hemos dicho en alguna ocasión anterior, en medicina todo lo que no está indicado está contraindicado, por lo que podemos concluir que las intervenciones sanitarias innecesarias son, por ese mismo motivo, excesivas. La prevención cuaternaria busca identificar a los pacientes en riesgo de sobretratamiento, para protegerlos de las mismas y brindarles alternativas clínica y éticamente aceptables. Un ejemplo de este riesgo en las enfermedades alérgicas lo constituye el empleo de dosis altas de corticoides (medicamentos que pueden tener efectos indeseables importantes) para aliviar síntomas que podrían controlarse con otras medidas más inocuas.