Este fin de semana se ha celebrado el Día de la Población Mundial (World Population Day, concretamente el 11 de julio), y la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) nos recuerda a través de Twitter, haciendo uso del hashtag #Worlpopulationday, que hay múltiples actuaciones que pueden mejorar la salud de las personas alérgicas del mundo: una población tan numerosa que sólo en Europa puede alcanzar la cifra de 150 millones de personas.
«150 millones de personas en Europa están atrapadas por una enfermedad»: ese es el lema de la campaña de sensibilización sobre la alergia que tiene en marcha la EAACI, y que los recientes meses de mayo y junio se ha centrado (tras polarizarse previamente en la anafilaxia y la alergia alimentaria) en su tercera fase, dedicada a la rinitis alérgica y la inmunoterapia con alérgenos.
Según los datos epidemiológicos que maneja la EAACI, uno de cada tres niños en Europa tiene alergia, y los expertos esperan que la enfermedad afecte a más del 50 % de la población europea en un plazo de 10 años… si no se actúa para impedirlo.
No parecen cifras descabelladas, teniendo en cuenta que precisamente la semana pasada diversos medios han dejado constancia de que en otras zonas del mundo la prevalencia ya es esa (50 %), o incluso significativamente mayor.
Entre las actuaciones que la EAACI propugna para mejorar la calidad de vida de los enfermos alérgicos está la extensión de la especialidad de Alergología a todos los países: en la actualidad, no existe en todos ellos, pues, como hemos visto previamente en este blog, algunas veces el propio sistema sanitario público asigna la asistencia de estos pacientes a los especialistas que se encargan del órgano o aparato en el que, en cada caso, aparecen de forma predominante las manifestaciones de la enfermedad alérgica. La EAACI destaca que este planteamiento supone desigualdades dependientes de la zona geográfica e inequidades en el manejo de la patología alérgica.
Otra de las actuaciones que se consideran necesarias y urgentes son las destinadas a controlar la contaminación ambiental, de la que sabemos que, entre otras enfermedades, aumentan la probabilidad de padecer alergias y asma, o pueden agravar las ya existentes. Es imperativo que las personas con capacidad de decisión y planificación política se conciencien de la importancia de la lucha contra la polución ambiental.
Por otra parte, la EAACI también destaca la relevancia de que la alergenicidad de las plantas se tome en consideración cuando se planifica la creación y desarrollo de los espacios verdes de las ciudades. En la actualidad, en la Unión Europea ni siquiera se toma en consideración la medición sistemática de los niveles de polen en la atmósfera con el objetivo de su regulación, pues no se considera, en general, un resultado de la actividad humana. Sin embargo, la Academia defiende que tales niveles, especialmente en el caso de algunas de las especies más alergénicas, dependen de la distribución de los cultivos realizados por el ser humano, de la contaminación ambiental (respecto de la cual nadie duda su vinculación con la actividad humana) y de la planificación de las zonas verdes de nuestras ciudades, por lo que una regulación cuidadosa podría controlar sus niveles.