La felicidad de los ácaros

En relación con nuestra entrada de ayer, hemos recibido algunas consultas de personas que afirman que sus síntomas de alergia respiratoria empeoran en los días lluviosos; incluso que, para que ese empeoramiento tenga lugar, no es necesario que la lluvia sea copiosa.

Tiene sentido. Pero su alergia no es a pólenes.

 Los ácaros del polvo doméstico son pequeños animales microscópicos (miden en torno a 0,3 mm de longitud) pertenecientes al grupo de los artrópodos, al cual también pertenecen las arañas y los insectos.  Como las arañas (y más, aún, como las garrapatas, con las que tienen todavía más similitudes), poseen ocho patas articuladas (de ahí el nombre de «artrópodos«, que significa, precisamente, «patas articuladas«).  Los ácaros del polvo doméstico tienen una amplísima distribución geográfica, pudiendo encontrarse en muy diversos lugares del mundo, pero claramente prefieren las zonas de clima templado y una elevada humedad relativa en el ambiente (¡clima templado y elevada humedad relativa!: ¿resulta familiar?). Invisibles a simple vista (por su tamaño), habitan característicamente en el polvo de las casas, alimentándose, entre otras cosas, de escamas de piel humana o animal.

Se multiplican mejor cuando la humedad relativa del aire es de más o menos 75 – 80 % y con una temperatura de al menos 21 °C. Por el contrario, son escasos en lugares secos, pues mueren cuando la humedad del aire baja de 40 -50 %.

Los ácaros del polvo doméstico son otra importante causa de alergia respiratoria: los alérgenos (recordemos que ese es el nombre que se da a las sustancias capaces de desencadenar una respuesta alérgica) presentes en sus deposiciones y en diversas partes de su cuerpo pueden ser transportados por el aire hasta el aparato respiratorio del ser humano, produciendo síntomas, a veces graves, en las personas sensibles.

Los días lluviosos, por la elevada humedad en el ambiente, los ácaros proliferan con mayor profusión. Son alérgenos de interior, por lo cual el efecto de barrido que ayer atribuíamos a la lluvia no les afecta. Hay, además, otros alérgenos de interior, como determinados hongos, cuya proliferación también puede verse favorecida por la elevación de la humedad en el ambiente.

Teniendo en cuenta, por otra parte, que la lluvia puede condicionar que pasemos más tiempo en casa o en el interior de otros inmuebles, para evitar las circunstancias desapacibles de fuera, podemos entender, teniendo en cuenta todo lo dicho, que las personas sensibilizadas frente a estos alérgenos empeoren en los días de lluvia.

Podríamos decir, si nos permitís la licencia, que la felicidad de los ácaros es el malestar de los alérgicos.