Septiembre es el mes en que los menores vuelven al colegio. Esa circunstancia implica una serie de cambios para la familia que, a veces, suponen un esfuerzo de adaptación importante. Si alguno de los hijos de la familia padece alergia (de cualquier tipo), el entorno escolar deberá adoptar una serie de medidas para evitar repercusiones negativas derivadas de la enfermedad: repercusiones que pueden ser muy diversas.
Se ha constatado que las manifestaciones de alergia en escolares pueden disminuir la calidad de vida y mermar el rendimiento académico. Además, en algunos casos existe riesgo de reacciones severas y, a veces (afortunadamente, de forma excepcional), se han producido incluso muertes en el entorno escolar por este motivo. Son muchas las escuelas entre cuyo alumnado hay, como mínimo, un niño con riesgo de anafilaxia… a pesar de lo cual no siempre están bien preparadas para prevenir y para afrontar esa situación si llegara a producirse. Es necesaria una colaboración estrecha entre médicos asistenciales de los servicios de salud (médicos de familia y especialistas), profesionales sanitarios del colegio, profesores y otro personal de la institución, los padres y los propios niños, para minimizar los riesgos y garantizar una escolarización segura de los niños alérgicos. Todo el personal a cuyo cuidado están los niños deberían saber prevenir las reacciones graves, identificar los síntomas de las mismas si aparecieran e iniciar su tratamiento lo antes posible.
Por todo ello, resulta interesante rescatar las recomendaciones hechas al respecto por el Grupo de Trabajo sobre el Niño Alérgico en la Escuela de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI): El documento de posicionamiento titulado «La atención al niño alérgico en la escuela» se publicó en 2010, pero su contenido sigue plenamente vigente.
Como aspectos importantes a considerar, el mencionado grupo de trabajo asume, como punto de partida, que el niño alérgico en el entorno escolar es titular de los siguientes derechos:
1. Recibir educación en un ambiente seguro y saludable, con el menor número posible tanto de alérgenos desencadenantes como de irritantes, y respirar aire
limpio en la escuela.
2. No ser estigmatizado debido a su estado.
3. Poder participar en todas las actividades escolares educacionales y recreativas al mismo nivel que sus compañeros.
4. Tener acceso a la medicación y otras medidas para aliviar sus síntomas.
5. Tener acceso a personal formado que pueda tratar las reacciones agudas.
6. Recibir una educación adaptada a su estado si es necesario (p. ej. educación física).
Los puntos de actuación que se consideran necesarios para garantizar la salvaguarda de esos derechos (que básicamente, se pueden resumir en el derecho a gozar de una escolarización en un ambiente seguro donde su alergia no ponga en riesgo su vida ni condicione una merma de su calidad de vida ni una limitación en su educación ni participación) incluyen los siguientes: