El diario Málaga Hoy ha publicado esta semana (concretamente, el pasado martes) un artículo en el que se destaca un hecho que, no por conocido (y evidente) resulta menos preocupante: el Servicio Público de Salud dispone en Málaga sólo de un tercio del número de alergólogos que aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS recomienda un alergólogo por cada 50.000 habitantes. Teniendo en cuenta que en la provincia de Málaga existen 1.652.999 personas censadas (sin tener en cuenta la llamada población flotante, es decir, la población no empadronada, que en una provincia como ésta llega a ser muy importante en determinados meses del año), Málaga debería contar con 33 profesionales de la especialidad. Sin embargo, en el Servicio Público de Salud apenas hay un tercio de esa cifra: en la actualidad, 12 profesionales para atender a la población alérgica de la provincia.
Cierto es que en el ámbito de ejercicio privado hay excelentes profesionales en Málaga, y que en este ámbito no existe un déficit tan flagrante, pero resulta evidente que no puede considerarse que los servicios privados compensen la carencia existente en la medicina pública, ya que la accesibilidad a aquellos servicios se rige por otros criterios.
Las consecuencias de esta carencia son evidentes desde hace dos décadas, y se manifiestan de diverso modo. Por una parte, las listas de espera para consulta con estos especialistas es muy larga. Por otra parte, se da la inequidad de que muchas personas con residencia fuera de la capital de la provincia no llegan a ser valorados por los alergólogos, sino que su problema de salud es atendido por otros especialistas diversos: dermatólogo, neumólogo, oftalmólogo, otorrinolaringólogo, … (de hecho, Andalucía es la única comunidad autónoma, junto con Baleares, que carece de alergólogos en los hospitales comarcales). Es una forma posible de organizar los servicios, como ya hemos visto en el pasado en este mismo blog, y sin duda estos especialistas están perfectamente preparados para abordar las enfermedades de sus respectivos ámbitos; pero no es menos cierto que, con ese enfoque, se puede privar al paciente alérgico del abordaje integral que precisa su problema de salud.
Y el problema se agrava porque la población ha aumentado en las últimas décadas sin un aumento paralelo del número de profesionales, y porque las enfermedades alérgicas son cada vez más prevalentes: en la actualidad, en torno a un 35% de la población padece alguna enfermedad alérgica y éstas van en aumento, hasta el punto de que los expertos aseguran que estas enfermedades podrían afectar a más del 50 % de la población europea en un plazo de 10 años.
Imagen del Jardín Botánico La Concepción, en Málaga.