La primavera se abre paso: ni los muros ni el asfalto pueden impedir que la vida vegetal tenga un hueco en nuestras ciudades.
En efecto, en el aire de la ciudad existe polen en cantidad suficiente para producir problemas. De hecho, y aunque resulte paradójico, la alergia al polen es una enfermedad incluso más frecuente en zonas urbanas que en zonas rurales. Este fenómeno se ha relacionado con la contaminación química, con la polución: sabemos que los alérgenos del polen pueden interaccionar con componentes de la polución, actuando estos últimos como adyuvantes que, por diversos mecanismos, facilitan o incrementan la respuesta alérgica al polen.