No es muy frecuente que, en nuestro idioma, una flor reciba un nombre distinto al de la planta en la que crece. Ese es, sin embargo, el caso de la flor de azahar, que es la flor del naranjo. En realidad, la flor de azahar es la flor del género Citrus (cuyo nombre común es cítrico), que incluye también al limonero, aunque en un sentido restrictivo suele utilizarse para referise a la flor del naranjo. El término azahar procede del árabe hispánico azzahár, y éste, del árabe clásico az-zahr (que significa flores).
La flor del naranjo puede verse durante la época primaveral no sólo en los campos de cultivo de las citadas especies, sino también en las calles y plazas de muchas ciudades españolas (especialmente de Andalucía y Levante), donde se utiliza como árbol ornamental no solo por su aspecto, sino también por la agradable fragancia que emana.
Precisamente en primavera, época en que los naranjos están florecidos, es cuando también polinizan.
El naranjo es una planta entomófila, es decir, disemina su polen preferentemente valiéndose de los insectos. Por ese motivo, además de la vistosidad de las flores (su aspecto y su aroma son recursos para atraer a los insectos), el polen del naranjo ha desarrollado una serie de características (como un tamaño considerable y una cubierta externa con capacidad adherente) para facilitar su diseminación por insectos. En contrapartida, su capacidad de dispersión en el aire es reducida, lo cual dificulta que pueda producir síntomas por alergia en muchas personas.
Sin embargo, puesto que en algunas de nuestras ciudades son árboles abundantes en calles, plazas y parques (en la ciudad de Córdoba, por ejemplo, hay más de 16.000 ejemplares de esta especie), puede detectarse este polen flotando en diversas zonas a la altura de las vías respiratorias del ser humano.
Por ese motivo, y porque sabemos que este polen también tiene capacidad alergénica (es decir, produce alergia), el Grupo de Aerobiología de la Universidad de Córdoba tiene en marcha un estudio que se centra en este tipo de polen y su posible repercusión sobre la población en Andalucía. Los investigadores de este grupo, entre los que están Purificación Alcázar, María José Velasco, Carmen Galán y Eugenio Domínguez, destacan que el hecho de que no se haya investigado mucho sobre el potencial alergénico de este polen es porque, al polinizar en fechas próximas o coincidentes con la polinización de otras especies anemófilas (que polinizan por el aire y, por tanto, con gran capacidad de dispersión geográfica) responsables de las principales polinosis en nuestro entorno (plátano de sombra, olivo, gramíneas), y ser una planta entomófila, los casos de alergia respiratoria que causa son menos frecuentes y podrían pasar desapercibidos.
Ellos trabajan con captadores de pólenes ubicados en diversos puntos de la ciudad, y han encontrado que, efectivamente, en zonas donde los árboles de esta especie son abundantes, pueden detectarse en el ambiente concentraciones de este polen en niveles suficientes para causar problemas de alergia en el ser humano.
Flor de azahar en un naranjo (fotografía de Ellen Levy Finch).