Philip George Houthem Gell y Robert Royston Amos («Robin«) Coombs fueron dos inmunólogos británicos que, en un trabajo conjunto publicado en 1963 («Clinical Aspects of Immunology«), propusieron una clasificación de las reacciones de hipersensibilidad (la llamada «Clasificación de Gell y Coombs«) que todavía hoy, más de 50 años después, sigue utilizándose.
Suele decirse que una buena clasificación debe incluir categorías que sean comprensivas de todo el conjunto que pretende clasificar (es decir, que cualquier elemento de ese conjunto debe encontrar una categoría donde encajar) y al mismo tiempo excluyentes entre sí (es decir, que cualquier elemento debe poder incluirse inequívocamente en una categoría, pero sólo en una). La clasificación de Gell y Coombs de las reacciones de hipersensibilidad cumple aceptablemente bien esas características, y probablemente por esa cualidad sigue siendo apreciada: todo tiene matices, por supuesto, pero aceptando el reduccionismo que pueden suponer los esquemas, propone una aproximanción bastante acertada a esta realidad.
En el ámbito que nos ocupa (el ámbito de la alergia), entendemos por hipersensibilidad una reacción inmunitaria exacerbada, desproporcionada, que produce un cuadro patológico. Gell y Coombs las clasificaron en 4 grupos:
Hipersensibilidad tipo I o inmediata: aquellas reacciones en las que los antígenos se combinan con Inmunoglobulinas de tipo E (IgE) específicas desarrolladas en un contacto anterior que no ha producido síntomas.
Hipersensibilidad tipo II: reacciones resultantes de la intervención predominante de anticuerpos de tipo IgG e IgM.
Hipersensibilidad tipo III: la sintomatología está producida por el depósito de inmunocomplejos circulantes formados por la unión de antígenos con anticuerpos (de nuevo IgG o IgM).
Hipersensibilidad tipo IV: es la mediada por células inmunitarias. Recibe el nombre de tardía o retardada, pues la reacción de hipersensibilidad tarda 2 o 3 días en producir manifestaciones clínicas.
En todos los casos, las reacciones de hipersensibilidad requieren que el individuo haya sido previamente sensibilizado, es decir, que haya sido expuesto al menos una vez a los antígenos en cuestión.
Con carácter general (insistimos: todo tiene matices) las manifestaciones respiratorias de la alergia (rinoconjuntivitis, asma bronquial) suelen deberse a una reacción de hipersensibilidad de tipo I (inmediata); mientras que las dermatitis alérgicas de contacto suelen deberse a una reacción de hipersensibilidad de tipo IV (retardada). Por ese motivo, las pruebas diagnósticas y las alternativas terapéuticas no son las mismas en uno y otro caso.
(Fotografía de Wolfgang Ihloff)