Aeroalergeno es uno de los términos que utilizamos en medicina para referirnos al alérgeno que, transportado por el aire, puede entrar en contacto con las vías respiratorias del ser humano u otras mucosas, y producir una alergia respiratoria.
El término aeroalergeno incorpora, como puede verse, el prefijo aero-, que hace referencia a su vinculación con el aire. Es un término tremendamente utilizado en la disciplina de Alergología, aunque, por su especificidad, ni siquiera aparece en el Diccionario de Términos Médicos de la Real Academia Nacional de Medicina (y tampoco, lógicamente, en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, pues este último tiene un carácter más general).
Neumoalergeno es un término que se utiliza como sinónimo del anterior. Incorpora el prefijo neumo-, que procede del griego y significa “perteneciente o relativo al pulmón”.
Nótese que tanto esta palabra como la anterior se utilizan casi exclusivamente como palabras llanas, aunque lo lógico sería que conservaran la condición de esdrújula del término alérgeno.
También es habitual encontrar la expresión “alérgenos inhalantes“, ya que el término inhalante (ausente de igual modo en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española), significa, según el Diccionario de Términos Médicos de la Real Academia Nacional de Medicina, “que puede ser inhalado”, y se considera sinónimo de inhalatorio: por ello, “alérgenos inhalatorios” o “alérgenos inhalados” son expresiones prácticamente intercambiables.
Cualquiera de esas denominaciones puede emplearse, pues, para referirnos a esas sustancias vehiculizadas por el aire que pueden causar alergia al ser inhaladas por las personas. Entre ellas, lógicamente, los pólenes y las partículas procedentes de los ácaros del polvo doméstico (a las que, en sentido amplio, nos referimos de forma genérica como “ácaros del polvo doméstico”, pero que realmente se trata de sus excretas y de fragmentos de sus cuerpos) o de otros artrópodos (como las cucarachas), pero también otras de procedencia diversa como los epitelios y pelos de animales, hongos (cuyas esporas pueden igualmente ser vehiculizadas por el aire), o incluso partículas de látex, una sustancia de la que hablaremos en futuras entradas: en sentido estricto, podría defenderse que cualquier sustancia capaz de acceder al aparato respiratorio y producir una alergia por esa vía podría considerarse un aeroalergeno, pero, en la práctica, reservamos esta expresión (perdón: estas expresiones) para referirnos a aquellas sustancias que se comportan como tal de forma habitual.