La plastilina es un material de plástico flexible, dúctil y maleable, compuesto de sales de calcio, vaselina y otros compuestos alifáticos, que puede presentarse con colores diversos.
Se comercializa comúnmente como juguete para los niños, cuya imaginación y habilidades manuales (motricidad fina en las manos) puede estimular, dadas las posibilidades creativas que ofrece. Tales posibilidades son múltiples, como lo demuestra el hecho de que la plastilina se ha utilizado para la creación de figuras y escenarios en el cine de animación en 3 dimensiones (Nick Park, por ejemplo, ganó dos Óscars con sendos cortometrajes de su serie «Wallace y Gromit«), o la existencia de un Museo de Historia (permanente) en la ciudad de Zamora de Hidalgo, Michoacán, México, con el nombre «Tu mundo en plastilina«.
Otro ejemplo, más cercano y accesible geográficamente en estas fechas, es la exposición «Plastihistoria de la Ciencia» en Antequera, una muestra que recoge, a través de 20 dioramas, la representación de otras tantas escenas de la historia de la ciencia, que son, obviamente, escenas clave de la historia de la humanidad; momentos fundamentales que incluyen descubrimientos o inventos relevantes y a sus descubridores o inventores: Arquímedes, Pitágoras, Leonado da Vinci o el descubrimiento de la pólvora, entre otros muchos. Lamentablemente, en este caso la exposición, a diferencia del museo mexicano mencionado, no es permanente, pero todavía puede visitarse hasta mañana día 6 de enero, en el centro cultural Santa Clara de Antequera:
Y precisamente porque mañana es 6 de enero, no será raro que muchos niños encuentren entre sus regalos algunos juegos de plastilina, por lo que nos ha parecido pertinente traer a colación la posibilidad de que la plastilina contenga gluten. ¿Qué pasa, en tal caso, si el receptor del regalo padece celiaquía?
Hay, en efecto, algunas marcas de plastilina que contienen gluten (si bien en cantidades muy pequeñas), porque incluyen, en su composición, harina de trigo. En septiembre de 2014, coincidiendo con el inicio del curso escolar, señalamos en este blog varias referencias que permiten conocer la composición de algunos de los útiles escolares, en función de la información proporcionada por las marcas fabricantes, algunas de las cuales también ofrecen plastilina. Puede resultar útil saber, por ejemplo, que (siempre según esa información proporcionada por el fabricante) la plastilina Alpino o la de la marca Pelikan no incluyen gluten.
No obstante, si el regalo ya está en casa (bien es sabido que los Reyes Magos, a pesar de ser magos, a veces pueden descuidar este tipo de detalles, especialmente cuando la carta la ha escrito alguna persona ajena a la familia nuclear del niño), es importante, también, tener en cuenta que el gluten no atraviesa la piel. Por ello, el niño que ya tiene edad para jugar con plastilina (aunque a partir de los 18 meses de edad el niño ya puede tener curiosidad por moldear la plastilina sin sentir la necesidad imperiosa de llevársela a la boca, los fabricantes no suelen aconsejar el juego para niños menores de 24 meses, muy especialmente sin supervisión) puede ser informado de que el producto es tóxico o peligroso si se chupa o deglute (de hecho, lo es por diversos componentes, y no solamente en caso de niños celíacos por la posible presencia de gluten); que, por tanto, no debe, bajo ningún pretexto, comerla, y que debe recogerla meticulosamente y lavarse las manos con esmero, incluyendo los restos que puedan quedar bajo las uñas, cuando termine de jugar con ella (una información que, por otra parte, una vez asimilada, le vendrá muy bien si en el colegio o la guardería se le brinda la posibilidad de jugar con estos productos).
También es importante recordar que no hay ninguna prueba de que el gluten dañe las vellosidades intestinales si se inhala por vía respiratoria, por lo que tampoco esa eventualidad debería preocupar a los padres. Así que, ya véis: éste no es motivo para perderse la exposición «Plastihistoria de la Ciencia» de la que hablamos arriba.