«Aprovechemos el otoño, antes de que el invierno nos escombre». Así se inicia un poema de Mario Benedetti (1920-2009) titulado, precisamente, Otoño, e incluido en su libro «Insomnios y Duermevelas«, del año 2002.
No resulta difícil interpretar esos versos como una metáfora, en la que el otoño sería la edad madura, y el invierno la senectud; sin embargo, si nos ceñimos a su literalidad, aunque hace más de una década que se publicaron parece que su pertinencia crece con cada año que pasa: porque tiene uno la impresión de que el otoño es cada vez más corto, de que el verano y el invierno se buscan a expensas de constreñir la estación que debería quedar entre ambos; de despojarla, casi, de su entidad.
Pero el otoño se resiste. Ayer, casi un mes y medio después de que oficialmente llegara su turno y tras unos días inusualmente cálidos para el mes de noviembre, el otoño de repente ha hecho acto de presencia. Y no lo ha hecho de forma gradual, no: se ha impuesto, finalmente, con contundencia, y parece que está aquí para quedarse.
Como ya señalamos al inicio de septiembre, el otoño no suele pasar desapercibido para algunas personas alérgicas, que pueden notar cómo sus síntomas aparecen o son más difíciles de controlar estos días. Y es que el aumento de la humedad, especialmente cuando todavía no hace mucho frío, favorece la proliferación de los ácaros del polvo doméstico (para los cuales las condiciones ambientales óptimas son las que combinan una elevada humedad relativa del aire, de en torno a 75-80 %, con temperaturas no inferiores a 21ºC).
Lo pueden notar, también, las personas alérgicas a hongos, los cuales también muestran predilección por lugares húmedos. Si además encuentran materia orgánica en descomposición, como puede ocurrir en los espacios abiertos en que se acumulan grandes cantidades de hojas caídas que nadie recoje… un caldo de cultivo excelente.
Para algunas personas, entonces, el otoño puede convertirse en la estación de alergias por excelencia. Jeff Stahler, dibujante norteamericano que publica en el periódico The Cincinatti Post, lo plasmó en 1997 de un modo así de simple:
A algunas personas, entonces, volviendo a la literalidad de los versos con que abríamos esta entrada, el invierno puede parecerles menos temible que los escombros que trae consigo el propio otoño: y evitar que se acumulen las hojas que caen en patios y jardines es importante, pues para los alérgicos no aportan nada bueno. Esto último tampoco es una metáfora.
Si quieres leer el poema de Benedetti completo, pulsa sobre la imagen: