El rey Felipe VI ha intervenido hoy como Jefe del Estado español en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por vez primera, con un discurso que se ha centrado (no de forma exclusiva, pero sí de un modo muy importante) en la necesidad de adoptar medidas urgentes contra el cambio climático. El Rey ha destacado la necesidad apremiante de actuar ya, sin demora, para frenar un cambio climático que causa terribles desastres y amenaza incluso la continuidad de la vida sobre nuestro planeta, y en cuyo origen se identifican factores relacionados con la actividad del ser humano.
Y es que la contaminación ambiental, muy especialmente la emisión de gases causantes del llamado efecto invernadero, se relaciona de un modo muy directo con el calentamiento progresivo del planeta.
Aunque el mencionado es probablemente el efecto más dramático y generalmente temido por su carácter global, la contaminación ambiental tiene otros muchos efectos, y más a corto plazo, sobre la salud de las personas. Y, concretamente, a los lectores habituales de este blog no les suena a nuevo el hecho de que la contaminación ambiental tiene efectos negativos sobre la salud de las personas alérgicas y asmáticas. Tales efectos son múltiples y debidos a factores diversos, y su importancia ha hecho que ayer mismo la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) emitiera una nota de prensa para alertar sobre el fenómeno y sobre la necesidad de buscar remedios de un modo activo.
La contaminación es un factor clave en el aumento actual de las enfermedades alérgicas: esa es la idea principal que se busca transmitir, ya desde el mismo título del texto en cuestíon. se refiere muy especialmente a las alergias respiratorias, pues sabemos que la contaminación de nuestras ciudades produce un incremento en la respuesta de las vías aéreas a los alérgenos inhalados en las personas susceptibles. Aunque no hay duda de que en el desarrollo de las enfermedades alérgicas intervienen tanto la dotación genética (que condiciona la predisposición) como los factores ambientales (entre los cuales está la contaminación), la herencia genética en exclusiva no puede explicar por sí misma el aumento tan importante que están experimentando estas enfermedades en tan corto periodo de tiempo, pues sería necesario el transcurso de varias generaciones para constatarlo.
Aunque la hipótesis de que los productos resultantes de la combustión del petróleo, gases y emisiones de vehículos diésel son factores que incrementan la prevalencia de enfermedades alérgicas no está demostrada de forma fehaciente, y sigue siendo un tema de debate, la nota de prensa de la SEAIC destaca un estudio español reciente (llevado a cabo en Castilla-la Mancha) que aporta más datos acreditativos de que, como mínimo, empeoran significativamente el control de estas enfermedades: se estudiaron diversos factores favorecedores del asma por sensibilización a polen en dos poblaciones cercanas con distinto nivel de contaminación, alto en Puertollano (núcleo industrial) y bajo en Ciudad Real (ciudad de servicios), constatándose que en Puertollano la contaminación era el principal factor, y que allí los pacientes con asma polínico se descompensaban hasta tres veces más y de forma más precoz que en Ciudad Real, aumentando el riesgo un 15% los días en que se superaban determinados niveles de ozono.
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“Seamos ambiciosos, seamos inteligentes, seamos sensibles y solidarios”, reclamó hoy Felipe VI para animar a una acción conjunta orientada a controlar la emisión de productos nocivos a la atmósfera.
Permitidnos que el final de esta entrada sea ese mismo exhorto. Sin cambiarle una sola coma.